La historia de la Quinta de Olivos es la historia del poder. Desde que se construyó, a mediados del siglo XIX, fue residencia de millonarios de apellidos patricios hasta que, en 1918, Carlos Villate Olaguer decidió donarla al Estado Nacional.
El Presidente, Alberto Fernández, se instaló en la quinta junto a su pareja, Fabiola Yañez, el mismo día que asumió y organizó un asado para sus colaboradores íntimos.
No solo vive el mandatario con su familia, sino que además funciona como una gran oficina transitada diariamente por ministros y equipos de trabajo, por lo que su mantenimiento es fundamental y, al mismo tiempo, bastante oneroso.
Según reveló una investigación del periodista Pablo Fernández Blanco para el programa Terapia de noticias, del canal LN+, el mantenimiento de la Quinta de Olivos requiere un gasto mensual de poco más de 12 millones de pesos, que anualizado se transforma en casi 150 millones de pesos.
Estos números señalan algunas curiosidades. La mayor parte de los recursos monetarios destinados a la quinta presidencial se destinan al pago del servicio de agua y cloacas: $3.083.316,45, lo que equivale al 32,56% de los gastos totales. El servicio es propiciado por la empresa estatal AySA, controlada por el mismo Ejecutivo nacional.En cuanto al resto de los servicios, la electricidad es provista por Edenor y se abona en tres facturas de $13.353,48; $96.713,04; y $636.204,78, que en conjunto representan el 7,88% de los gastos totales. A su vez, la factura de gas alcanza los $128.388,95, es decir, el 1,36% del total.
Sin embargo, el mayor gasto dentro del mantenimiento de la Quinta de Olivos corresponde al impuesto de alumbrado, barrido y limpieza (ABL) cobrado por la Municipalidad de Vicente López.
En concepto de ABL, el Estado nacional desembolsa al municipio comandado por Jorge Macri $5.465.086 en dos cuentas, lo que equivale al 57,71% del gasto total.