miércoles, septiembre 25

Alberto, el hijo reverendo

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“Los porteños son unos reverendos hijos de su madre. Nunca les interesó el país.” (De Gildo Insfrán.)

Cuando faltan apenas ocho días para que se cumpla la fecha límite para convocar a las PASO y apenas 48 días para que arranque la campaña electoral, conmueve la sensibilidad de nuestra dirigencia política.

“Los porteños son unos reverendos hijos de su madre. Siempre están mirando a Europa. Nunca les interesó el país”, sentenció el gobernador formoseño, Gildo Insfrán; “si ustedes conocen el programa económico de Massa, me gustaría saber en qué consiste”, chicaneó el renunciante jefe de asesores presidencial Antonio Aracre, y un candidato a intendente de Tafí Viejo, Tucumán, propuso construir sanitarios para que los ciudadanos “puedan cagar en un baño decente”.

En la Cámara Nacional Electoral están preocupados. Temen que se venzan los plazos y que no haya ni candidato ni programa al cual votar, tan concentrada que se muestra la mayoría de los políticos en la cháchara, el histrionismo y las chuceadas. Si seguimos así, van a terminar inscriptos en Gran Hermano o en el Bailando, pero no en las PASO.

Los encuestadores están más desorientados que Alberto en la Rosada. Se sienten como meteorólogos frente a la corriente del Niño, la Niña y toda la parentela: nada se puede dar por cierto. Todo puede cambiar. Bueno. No todo. Insfrán gobierna Formosa desde hace 28 años; Alberto, quien dijo que está orgulloso de ser porteño, no gobierna desde hace rato; Cristina dirige la orquesta desde una casona en San Telmo, y Massa hace agua porque lo suyo es Tigre y porque Malena está al mando de la cañería mayor.

Las cosas que nos pasan a los argentinos son el resultado de lo que hacemos los argentinos, dijo un diputado opositor haciéndonos corresponsables a los ciudadanos del desaguisado en el que vivimos. En parte es cierto: la dirigencia que nos gobierna no baja de un ovni. La elegimos nosotros. Sería bueno entonces que larguen los discursos anodinos del ChatGPT, que nos digan cómo van a hacer todo lo que prometen y a qué costo. Estamos ansiosos de escucharlos, aunque no lo demostremos, ocupados como seguimos en tratar de administrar la microeconomía de nuestro metro cuadrado.

Les regalamos un dato que por ahí los ayuda. Lo escribió el psiquiatra español Enrique Rojas en su libro La ansiedad. La última parte está dedicada al tratamiento y dice que de nada vale describir, analizar, detallar y clasificar si al final no se exponen las rutas más destacadas para superar la situación.