Encontré a Antonela Roccuzzo en Qatar. Wow… Una de las leyes del abc de los comunicadores dice que jamás puede perderse la objetividad, pero ¡la pucha! (diría mi abuelo), hay casos donde solo vale ser humano, dejarse llevar y así es como ocurren las historias que movilizan. Y esta es una.
Plaza Andalucía, La Perla, Doha. Son cerca de las 19 (13 de la Argentina), la hora en que las familias salen a pasear por el lugar donde una variada oferta gastronómica y una espectacular ambientación de música, luces y banderas de todos los países que disputan el Mundial Qatar 2022 reciben a los caminantes, ya que la vía vehicular se cierra para volverse exclusivamente peatonal.
Lele Heredia, integrante del equipo web de TN, me dio el alerta desde un lugar donde estaba: “Antonela pasó caminando”, dijo. Creí que era broma, pero no. Desde el lugar en el que estaba y como estaba agarré lo mínimo indispensable que necesitaba para la ocasión: teléfono, un router de bolsillo, documentos. Nada más. Y salí corriendo.
Apenas bajé, elegí una dirección en la que salir, caminé 50 metros y ahí venía Antonela, caminando como una más. Tranquila, a paso lento, observando cada detalle. Junto a ella, sus tres hijos: Thiago y Mateo caminaban a la par, vestidos de remera blanca y short azul. El pequeño Ciro, ya dormido, iba en andas de uno de los tres hombres que la acompañaban, dos de los cuales eran familiares y el tercero una persona que cuidaba la seguridad de la mujer de Leo Messi.
Me sorprendí, en un principio, de que la gente no se amontonara a su alrededor. Algunos, tímidos, la miraban y preguntaban a sus acompañantes si efectivamente era quien creían que era. Una adolescente fue la primera en dar el paso: “Anto, puede ser una foto”, le preguntó. “Sí, claro”, le respondió y esa chica se fue con su foto del año.
“¿Antonela, me puedo sacar una foto con vos?”
La escena de la joven, debo decirlo, me dio la valentía que un segundo antes era timidez. Me acerqué hasta donde caminaba y hablé con una de las personas que la acompañaba: “Disculpame, ¿me puedo sacar una foto con ella?”, le pregunté mientras señalaba a Antonela, que seguía en camino a un restó. “Preguntale a ella”, me dijo amablemente.
“Antonela, disculpame, ¿me puedo sacar una foto con vos?”, fue la consulta. “Sí, claro”, contestó. Frenó su pasó, se corrió el pelo hacia atrás y tomamos la foto. “Sos muy amable, gracias”, fue lo que pude agregar. “Gracias a vos”, replicó. Y wow, sí, wow, sentí.
Mi vocación periodística no quedó a un lado. “¿Puedo hacerte unas preguntas?”, le consulté. La respuesta, esta vez, vino del lado del hombre de seguridad. “Please (por favor)”, me dijo y puso sus palmas juntas, en un símbolo universal de ruego. En ese momento, me alejé.
Escasos segundos después de eso, una mujer se me acercó: “Excuse me, ¿is that Messi’s wife?”. Le contesté que sí, que esa era la esposa de Messi. No lo pensó: fue en busca de su instantánea.
En mi caso, solo una cosa lamenté: desde que llegué a Qatar, no hubo un solo día en que no salí a la calle maquillada, un arte nuevo para mí, pero al que le encontré una magia que me gustó. Todos los días excepto hoy… ¡Justo hoy! (un simple detalle, qué va…)
El show de Thiago Messi
Antonela Roccuzzo siguió su paso hasta llegar al destino final de ese momento. El restaurante Sazeli, donde una amplia mesa los esperaba. Para entonces, la comparsa que habitualmente sale a recorrer el centro del barrio preparaba su número y ella, sonriente, era una espectadora más de la escena que graciosamente se vio interrumpida porque Thiago pidió ir al baño con gestos ampulosos que daban cuenta de su urgencia.
Ya sentada en la mesa del local, al menos 15 personas se le acercaron para pedirle una foto. Todo transcurrió en un breve lapso de diez minutos. Lejos de sentirse agobiada, Antonela aceptó gustosa a cada solicitud y posó para las cámaras de los teléfonos celulares.
El aura de Antonela Roccuzzo
Este oficio de contar historias, estar alerta frente a un caso noticioso, hace que quienes lo ejercemos estemos en un punto acostumbrados a ver, tratar y/o hablar con protagonistas, en mi caso de la escena del deporte. Una vez hablé con Diego Maradona y a mí, que poco fanatismo suelo tener en general, me temblaron las piernas.
Otra vez me ocurrió lo mismo con Andre Agassi. En el medio, muchos nombres grandes a quienes viví como lo que eran, entrevistados (y nada más). Hoy vi a Antonela Roccuzzo y a sus hijos, alegres, sonrientes, amables, dispuestos y su aura me hizo entender que Lionel Messi tiene todo lo que necesita para que este primer mal paso en Qatar 2022 se revierta en el sueño de los argentinos.
La rosarina caminó como una más por un barrio de Doha junto a Thiago, Mateo y Ciro Messi. Al verla, las personas no salían de su impacto. El aura de la mujer que acompaña al capitán de la Selección.