Cómo afrontan Cristina y Macri la crisis en el kirchnerismo y el PRO
Nota extraída de Clarín por Walter Schmidt
El ex mandatario ve la caída de votos de la coalición opositora. Y la vicepresidenta, cómo el peronismo es una sombra del todopoderoso PJ.
El 25 mayo de 2003 el escenario político se había reconfigurado. Carlos Menem había sido el más votado pero con apenas el 24% de los votos, seguido por Néstor Kirchner con el 22%. El “Turco” tenía un nivel de rechazo muy alto, lo que hacía prever que en un balotaje contra Kirchner, el santacruceño ganaría por paliza. Después vendría el paso al costado del riojano y un Kirchner con el desafío de construir rápidamente poder bajo la sombra de Eduardo Duhalde. Sin embargo, ese marco arrojaba el surgimiento de otro actor que pugnaba por ocupar un lugar: la centroderecha.
Ricardo López Murphy había salido tercero a nivel nacional con el 16,3% con su sello Recrear pero había sido el más votado en la Ciudad de Buenos Aires. Esa señal no pudo ser capitalizada por el Bulldog que en lugar de postularse en agosto de ese mismo año para la jefatura de gobierno porteño designó a Patricia Bullrich, que no llegó al 10%. Pero había otro espacio del mismo color político que también competía, Compromiso para el Cambio que llevaba la fórmula Mauricio Macri-Horacio Rodríguez Larreta y que en su debut había sido la más votada aunque luego perdería con Aníbal Ibarra en el balotaje. Ese inicio dejaba en claro que había un espacio sobre el que trabajar, antítesis de un kirchnerismo en ciernes.
En el 2005 López Murphy y Macri -más el Partido Federal- interpretarían el nacimiento de ese nuevo contexto y unirían fuerzas. Sería el debut nacional del PRO y obtendría poco más de 7 puntos a nivel nacional. Tres años después el macrismo, a través de Esteban Bullrich, se quedaría con Recrear. En 2007 Macri triunfaría en las elecciones a jefe de gobierno porteño y dos años más tarde, en 2009, toda la centroderecha junto con un sector del radicalismo más conservador consolidaba el PRO detrás del liderazgo de Macri. Nacía un nuevo factor de poder político.
Luego de bajarse de la carrera presidencial en 2011 -una decisión acertada-, el exitoso estreno en la carrera presidencial de Macri sería en 2015, ya en alianza con la UCR y la Coalición Cívica en “Cambiemos”, cuando consiguió 8.600.000 votos frente a Daniel Scioli, a quien superaría en la segunda vuelta y llegaría así a la Casa Rosada. El electorado le respondería en las legislativas del 2017 con 10.200.000 sufragios. En el 2019 no lograría la reelección, pero en una remontada épica y ante el rechazo de buena parte de la sociedad al retorno de Cristina Kirchner al poder -esta vez como vice-, alcanzaría 10.800.000 votos.
En la noche de las PASO, Macri, Bullrich y Larreta se mostraron unidos con sus socios. Pero el más votado había sido Milei. Foto: López Claro
En las legislativas del 2021, pese a las duras críticas al gobierno kirchnerista por el manejo de la pandemia, la ex coalición Cambiemos llamada ahora Juntos por el Cambio obtendría 9.940.000 votos.
La última foto serían las PASO del 13 de agosto último. Pese a que se trata de unas primarias, tras lo cual el volumen de votos siempre aumenta, llama poderosamente la atención cómo se ha ido derrumbando la coalición PRO-UCR-CC en los últimos cuatro años. Acaba de reunir con la sumatoria Bullrich+Larreta apenas 6.700.000 votos, unos 4 millones de votos menos que cuatro años atrás.
“Obviamente que Juntos por el Cambio puede y va a crecer, pero de ninguna manera empatará esos 4 millones. En todo caso podrá recuperar 1, o 1 y medio y ya es para celebrar, pero habrá perdido por lo menos 2 millones y medio de votos en cuatro años”, hace cuentas un consultor político que maneja una encuestadora.
“Macri encarna un liderazgo distinto al que estamos acostumbrados. Menos paternalista y mucho más horizontal, en el que el diálogo está antes que la confrontación. Mientras gran parte de la política tradicional se sigue definiendo a partir de la idea de un enemigo, o al menos de un otro, el PRO patea el tablero intentando ver interlocutores válidos en todos lados”, escribía en noviembre de 2015 Iván Petrella, un intelectual que fue parte de todo el proceso de crecimiento del PRO.
Paradójicamente, algo que ha perdido esa fuerza además del liderazgo fue “el diálogo antes que la confrontación”, como quedó plasmado en la interna presidencial. No hubo una estrategia para determinar quiénes eran los mejores para cada puesto y cada distrito; y que en caso de que persistieran dos o más candidatos del mismo partido para un mismo cargo se dirimiera vía interna partidaria en el PRO como ocurrió con Larreta y Gabriela Michetti para la Ciudad en 2015 y evitar unas PASO sangrientas.
Algunos dirigentes del PRO de la primera hora temen que la interna Bullrich-Larreta haya sido un anticipo de la elección de octubre. Un armado de Larreta apoyado por la estructura, con recursos, mucha gestión y un plan, frente al voto más emocional de Bullrich. ¿Ahora la emoción está del lado de Javier Milei?
Hoy todo queda supeditado más al “espanto” (si es que lo tiene) que pueda tener el electorado por la opción Milei que por lo que pueda ofrecer JxC a la sociedad. Y en la estrategia de unidad, sigue siendo clave qué hará Mauricio Macri, que debió bajar su candidatura presidencial porque su imagen negativa a nivel país era muy alta para cualquier candidato.
Algunas diferencias, pero no tanto
Cristina Kirchner entendió rápidamente la cuenta, si en el 2019, sin el desgaste del peor gobierno peronista de las últimas cuatro décadas sabía que sola no le alcazaba para volver y por eso convocó a Alberto Fernández y Sergio Massa, es casi utópico que hoy pudiera aspirar a una nueva presidencia. La excusa política de la proscripción le cayó como anillo al dedo.
Pero lo que más llama la atención es que en medio de una semana con saqueos e intentos de asaltos a supermercados y comercios en distintos puntos del país, pero sobre todo en el Conurbano bonaerense, bajo su gobierno y el de Alberto F., Cristina haya reaparecido sólo para reclamar a la Justicia que investigue a su vecina del edificio de Recoleta por la causa del intento de magnicidio en su contra. ¿Y el pueblo?¿Y la gente que pelea por su vida diariamente en un conurbano contra la inseguridad y la inflación?
Sergio Massa alterna el traje de ministro de Economía con el de candidato. Pero Cristina Kirchner apenas se mostró con él. Foto: Juan José García.El relato de responsabilizar de todo a la herencia macrista, la pandemia, la sequía y la guerra en Ucrania difícilmente oculte la realidad: una inflación que como mínimo duplicará la de cuatro años macristas; una pobreza de más del 40%; un empleo en negro de 40% siendo en la épica peronista los trabajadores la columna vertebral del movimiento justicialista; o trabajadores en blanco que son pobres porque no llegan a la canasta básica -¿Y la CGT?-; y un millón y medio de planes sociales.
Cristina Kirchner dejará el 10 de diciembre, detrás suyo, el resabio de un peronismo en crisis. Gobernando apenas 6 provincias si es que gana Buenos Aires junto con La Rioja, Tucumán, La Pampa, Catamarca y Formosa porque si se repiten los números de las PASO también perdería Chaco y Santa Fe. Cuando el PJ siempre ha administrado no menos de 12 distritos.
Eso sí, se asegurará por lo menos unos 40 diputados leales en la Cámara Baja; un importante bloque en la Legislatura bonaerense tanto en el Senado como en Diputados. Con el plus de la provincia de Buenos Aires si, como se prevé, los candidatos de Milei -Carolina Píparo- y Bullrich -Néstor Grindetti- terminan dividiendo el voto opositor bonaerense y permite la reelección de Axel Kicillof. No todo será pérdida para la vicepresidenta.
El dirigente camporista Andrés “Cuervo” Larroque, aunque buscó minimizar el duro golpe que recibió el kirchnerismo, que ni siquiera alcanzó el 30% de los votos sumando los de Sergio Massa y los de Juan Grabois, dejó en claro la gravedad de la hora. “No tengo ninguna duda de que los grandes derrotados en las PASO fueron los de Juntos por el Cambio. Nosotros, a pesar de todo, estamos de pie, cuando todos anunciaban el desplome absoluto de nuestra fuerza política”. Nada que festejar.
Si bien en las antípodas, Cristina y Macri luchan por su vestigio de aquél poder de otro tiempo. La renovación de los liderazgos a partir del 10 de diciembre parece inevitable, pero podrían presentarse dos inconvenientes: quiénes ejercerán esos lugares de liderazgo prontamente vacantes, y qué precio deberá pagar la ciudadanía.