El repliegue fantasmal de Javier Milei complica los planes de Bullrich y Massa
Nota extraída de Clarín por Eduardo Van der Kooy
El libertario descansa en su triunfo en las PASO y cedió a sus voceros la defensa de sus ideas. El desconcierto en el oficialismo y la oposición. Los índices que inquietan a Massa y el apuro en sacar a Melconian a la cancha.
Artículo publicado originalmente en ClarínEl Gobierno cuya cara visible es Sergio Massa, el ministro-candidato, y también Juntos por el Cambio encuentran serias dificultades para su reconfiguración electoral pensando en el 22 de octubre. En el caso del oficialismo, porque debe intentar amalgamar una gestión siempre mal calificada (incluye a Alberto y Cristina Fernández), con la necesidad de recrear expectativas políticas internas que le permita plantear pelea en la campaña.
A la coalición opositora le estaría ocurriendo otra cosa. No parece haber podido superar, todavía, la conmoción que le produjo no sólo quedar en los guarismos de las PASO debajo de Javier Milei. También haber dejado en el camino millones de votos que creyó tener garantizados después de las legislativas del 2021. Recién sus líderes principales estarían empezando a descubrir el daño auto infligido por la interna sin pudores entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich.
Tales pulseadas, más módicas, habían dado resultado en el pasado.Sucedió ahora, a lo mejor, que la sociedad emergió demasiado estragada de la pandemia, profundizó su decadencia económica y careció de templanza para premiar el espectáculo de los dirigentes políticos.
Massa y Bullrich estarían tropezando con otra dificultad. Existe un repliegue público de Milei. Fantasmal. Como buscando su propio resuello después de la conmoción de la victoria. Todas sus opiniones disruptivas en campaña (dolarización, eliminación del Banco Central, privatización educativa, eliminación del CONICET) han empezado a ser reinterpretadas por portavoces suyos. Parecen haberle quitado fuego y provocación. Dificultad objetiva para aquellos que poseen la necesidad política de la confrontación.
No sería lo mismo escuchar a Diana Mondino, hipotética canciller, a Darío Epstein, hombre fuerte del área económica, o al candidato a diputado Alberto Benegas Lynch. Detrás de ellos no está el personaje (Milei) que detona atracción o rechazo. En este tramo del proceso electoral, según el politólogo Andrés Malamud, la figura del diputado libertario resultaría impenetrable. Invulnerable. Las empresas consultoras lo tienen mayoritariamente en ascenso. Más adelante, cuando se aproxime octubre, habrá que observarlo.
La desarticulación oficialista estaría expresada en varios puntos. El protagonismo de Massa no alcanza para reemplazar ni el liderazgo de Cristina ni el ejercicio presidencial formal de Alberto. Sergio Berni, el ministro de Seguridad de Buenos Aires, hizo una confesión reveladora del mal cálculo que realizó Unión por la Patria. En especial, en el conurbano. Dijo que muchos intendentes del PJ se ocuparon de cuidar la boleta de Milei. Pensando en el daño que le causaría a Juntos por el Cambio. La sorpresa sobrevino con el recuento de votos y la aparición de la coalición oficialista en el tercer lugar.
Aquella maniobra, en realidad, reveló la debilidad original que, según muchos gobernadores e intendentes, esconde la postulación de Massa. Al margen de su condición de presunto candidato de unidad. Sin afectar a Juntos por el Cambio, Unión por la Patria daba por garantizada su propia derrota. Inimaginada, claro, a manos de Milei.
Aquel desmembramiento oficialista insinuado desde lejos quedó reflejado además en la forma en que fueron recibidas las medidas económico-sociales de Massa entre el domingo y el lunes. Hay a esta altura once provincias que manifestaron la imposibilidad de abonar el bono de $60 mil a los empleados estatales. Del total, siete están en manos peronistas. Con la negativa de algunos distritos emblemáticos: Santa Cruz, donde todavía administra Alicia Kirchner, Tucumán, del reelecto Osvaldo Jaldo y el caudillo Juan Manzur o Catamarca, con Raúl Jalil, provincia donde el ministro-candidato obtuvo porcentualmente en las PASO el mayor volumen de votos.
Sergio Massa junto al gobernador de la provincia de Santiago del Estero, Gerardo Zamora.
Las sobreactuaciones, en este plano, también deberían ser tildadas. Gerardo Zamora fue uno de los impulsores de Massa candidato en la maniobra que significó el hundimiento abrupto de la postulación de Eduardo De Pedro, el ministro del Interior. Lamentado por La Cámpora.El gobernador de Santiago del Estero anunció para sus empleados un aumento salarial de $55 mil. Además, un bono de $400.000 a pagar en cuatro cuotas. Aquello del ministro de Economía pareció quedar reducido a limosna.
La inflación que viene y el índice de pobreza
El tránsito del ministro-candidato prevé obstáculos mayores que aquellos. Creyó que el cierre del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ocultaría entre las nubes al organismo financiero. Al menos hasta noviembre, cuando se realice el balotaje. El último informe difundido desde Washington, en el cual se afirma que “la Argentina descarriló”, tal vez no sea el último.
Figuran, por otro lado, los indicadores que deberán difundirse en los meses venideros. Sin las medidas del “plan patita” de las últimas horas, el índice de costo de costo de vida comenzó a tomar impulso ni bien fue impuesta la devaluación del 22% luego de la derrota electoral. Agosto y septiembre, según las consultoras privadas, llegarían con índices bien por encima de dos dígitos. En octubre, mes de la elección crucial, se conocerá el informe sobre la pobreza de la primera mitad del 2023. Vale recordar: 39.2% fue el último divulgado en 2022 por el INDEC. Con una realidad social, por entonces, mejor que la presente.
Aquella dificultad de Massa, en alguna medida, parece también la de Bullrich. No fue una casualidad que, luego del mareo inicial, la candidata ganadora de Juntos por el Cambio resolvió colocar a su lado a Carlos Melconian Economista ducho para polemizar. Quien, sin embargo, habría planteado ciertas exigencias sobre la estrategia que vendrá. Aprueba la idea de intentar desnudar todas las propuestas económicas inconsistentes que va esparciendo Milei. Aconsejaría no embestir, en cambio, contra el personaje. Blindado por ahora a raíz del éxito electoral. Ejemplo cercano para tener en cuenta: la popularidad de Jair Bolsonaro se sostuvo en Brasil –hasta el ataque de sus simpatizantes al Planalto, Congreso y Poder Judicial—siempre por la ridiculización de sus adversarios a su figura y sus dichos. Antes que a las políticas implementadas.
Bullrich está obligada también a rehacer una coalición desgajada por la interna y desconcertada por el mal resultado electoral. La deserción de Elisa Carrió ha sido un golpe. El radicalismo quedó segmentado y Mauricio Macri tomó distancia después de un elogio a Milei por la victoria. La candidata continúa todavía refunfuñando. Debe salir de esa ofuscación para el reordenamiento imprescindible. Amén de un trampolín a la vista que, anímicamente, podría ayudar: las elecciones de septiembre en Santa Fe, Mendoza y Chaco.