viernes, septiembre 20

EVANGELIO DEL DÍA*

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EVANGELIO DEL DÍA*

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*Marcos (8,11-13):*
En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo.Jesús dio un profundo suspiro y dijo: «¿Por qué esta generación reclama un signo? Os aseguro que no se le dará un signo a esta generación.»Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.
*Palabra del Señor*

MEDITACION DEL EVANGELIO *
*Mc. 8, 11-13: *
*

🌷

Tu vida ya es un signo.*
*1) Discutir *
Es algo que hoy escasea. Ya que el termino discutir significa «examinar o tratar un tema proponiendo argumentos o razonamientos para explicarlo o solucionarlo». Eso es discutir. Pero hoy parece que lo que vos hacés o lo que hacemos es querer imponer y cerrarnos con nuestros argumentos. Como que en vez de discutir, mi victoria es salirme con la mía. En tu vocación, en tu matrimonio o en tu profesión ¿discutís o te cerrás a imponer? Creo que tenés que examinarte, no sea que seas de esos cristianos que en las discusiones si no gana la empata… pero nunca pierde.


*2) Signos: *
Ponete a pensar las cosas que tenés en el día a día, Dios te habla en lo sencillo y lo simple; deja de dar vuelta en lo que tenés que hacer y deja de andar pensándola tanto. Hay signos que confirman por dónde va tu caminar y qué es lo que verdaderamente te hace feliz.  Por ejemplo, sabes que siempre que te juntas con tal persona la terminas mal, es signo que esa persona no te ayuda a ser feliz. Sabes que tal lugar te hace bien y te hace sentir pleno, es signo que Dios te lleva por ahí. Analiza tu vida y fíjate los signos. 


*3) No quedarse: *
Hay veces que tu cabeza queda dando vueltas, peor que el “recalculando” del GPS. Esto me hace acordar a la historia de dos monjecitos: dicen que iban Luis y Rodrigo caminando por las montañas de Tucumán. Allí, en medio de las montañas, pasaba un arroyito hermoso de agua fresca. Allí estaba una mujer con su bikini y pedía ayuda; Luis le dijo a Rodrigo que era una mujer joven que necesitaba ayuda, Rodrigo le dijo que había que tener cuidado porque era bonita y joven. Luis se acercó y le preguntó qué le pasaba… ella le dijo que se había lastimado la pierna y si podían ayudarla para llegar a su casa que estaba sólo a un kilómetro. Luis la levantó y la llevó (mientras Rodrigo iba en un silencio sepulcral). La cuestión es que la dejaron en su casa y ellos siguieron camino al monasterio. Durante el camino Rodrigo le reclamó todo el tiempo que por qué la ayudó siendo joven y bonita, que eso no ayudaba a su vida monacal. Luis iba en silencio. Cuando llegaron al monasterio se presentaron ante el superior y Rodrigo le contó lo sucedido. El superior le preguntó a Luis si llevó a esa mujer por un kilómetro y Luis le respondió «sí padre, yo llevé a esa mujer por un kilómetro, pero qué pena Padre, que Rodrigo la trajo con su cabeza hasta aquí». Ánimo, aprende a darle un corte con tu cabeza a las cosas y no traigas siempre con tu imaginación las cosas de aquí para allá. ¡Vamos! ¡Que hasta el cielo no paramos!