viernes, noviembre 8

Ganancias y DNU: el reparto de costos por el ajuste dispara la primera disputa política en la gestión Milei

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Nota extraída de Infobae por Sebastián Aulicino

Los gobernadores peronistas expresaron el rechazo a las medidas del Gobierno. Tomaron distancia, en general, frente al pedido de apoyo por parte del Presidente. No hay señales de compartir responsabilidades. Se verá qué pasa en el Congreso: ¿obstrucción o sólo criticas?

Guillermo Francos, acompañado por gobernadores, al final del primer encuentro, en la Casa Rosada

La reversión de la última reforma del impuesto a las Ganancias asoma como uno de los pocos temas que todo el mundo anota como seguro en el listado de proyectos legislativos del Gobierno. Y es, en medio de especulaciones y trascendidos, el primero que entró ya en discusión entre oficialismo y oposición. Fue tema central, además, en el encuentro inaugural de Javier Milei con los gobernadores de todo el país, ninguno de ellos tropa propia. La asistencia plena de los jefes provinciales abriría el camino de las negociaciones. Y el mensaje posterior del conjunto peronista mostraría el juego para evitar compartir los costos del ajuste.

Esa movida expone a la vez el reacomodamiento de piezas en el tablero peronista/kirchnerista. Y lo que viene es si operará con ciertos cuidados y doble señal –diferenciación y negociación– como en el caso de las necesidades de las provincias, o se endurecerá al máximo frente a los proyectos de ley y el DNU sobre desregulación de la economía, que Milei considera prioritario en términos prácticos y de imagen.

Los gobernadores sabían que la cuestión de los fondos iba a ser primer tema poselectoral. En rigor, la forma de compensar la baja de coparticipación por Ganancias fue materia de negociación con Sergio Massa, en plena etapa de ministro y candidato. Lo llamativo, y que desnuda la demanda más allá del discurso, es el camino planteado entonces como alternativa: asegurar a las provincias una tajada de los ingresos por el impuesto al cheque. Por debajo de las palabras ya corría una convicción: sería inevitable el ajuste.

No es lo que emerge públicamente ahora, aunque siga siendo señalado en reserva. Y eso mismo dibuja en el peronismo el paso de la condición de oficialismo al papel de oposición. El agregado para los jefes provinciales del PJ es que deben cuidar sus distritos y que, en la relación con el nuevo presidente, no dominan el conjunto de gobernadores, también fragmentado.

De todos modos, pesan también otros factores. Los sectores internos más refractarios presionaron para evitar que los guiños de gobernabilidad compartida fueron el elemento sobresaliente de la negociación y la foto en la Casa Rosada. Los jefes sindicales más duros trasmitieron y reclamaron rechazo frontal a la modificación de Ganancias. También el kirchnerismo, que maneja a la vez la mayor provincia y tiene legisladores alineados en las dos cámaras del Congreso. En los dos casos, se combinan intereses propios y las consideraciones sobre el nivel del desgaste oficialista por las medidas económicas.

Milei navega en sus propias y difíciles aguas. La decisión de revertir la última reforma de Ganancias lo coloca frente a la contradicción de haber respaldado el proyecto como diputado y candidato. La letra oficialista dice que se trataría de una medida provisoria. Más apegado al discurso electoral aparece la confección del DNU y otros proyectos para el Congreso.

Las contradicciones y los cálculos sobre costos y necesidades están a la vista en todo el paño político. Y el tema de Ganancias resulta también expresivo en este punto. Los gobernadores del peronismo plantearon abiertamente el rechazo a la propuesta de Milei y ratificaron la opción de cubrirse con el impuesto al cheque. Es algo que acompañaban los pares de Juntos por el Cambio, ahora más cuidadosos, al menos en público. En rigor, JxC -ya entonces en crisis- se había opuesto al proyecto que exime de Ganancias a la franja de trabajadores de altos ingresos.

Lo realmente llamativo, cuando se discute la carga del ajuste, es la intención de reclamar que parte del impuesto al cheque sea coparticipado. Si ese planteo se impusiera, serían afectados los ingresos del ANSES, es decir, el sistema de seguridad social. Difícil presentarlo como alternativa al ajuste.

El rechazo peronista a la revisada posición de Milei en este rubro de Ganancias, con promesa de transitoriedad, fue de hecho una manera de evitar que se imponga el mensaje ensayado por el oficialismo, que lo presentaba como una demanda de las provincias. Pero a la vez, el texto expuso un cuestionamiento amplio a las medidas económicas del Gobierno.

La declaración incluyó una picardía que, de hecho, juega al revés de las pretensiones. Fue presentado como “Comunicado de la Liga de los Gobernadores”. El título parece remitir a la anterior integración de la Liga, en junio del año pasado, con eje en la ofensiva sobre la Corte Suprema. No es el mejor eco por la letra y por el número de firmantes.

Aquella vez sumaban dieciséis provincias, que exponían el alineamiento del PJ y la adhesión de aliados. Ahora, fueron ocho: Buenos Aires, Tucumán, La Pampa, Catamarca, Formosa, La Rioja y Tierra del Fuego, con Santiago del Estero como socio. En el camino, varias provincias cambiaron de color político: Entre Ríos, San Juan, San Luis, Chaco, Chubut y Santa Cruz. También mostraron juego propio Salta y Misiones.

Este estreno como oposición anticipa una posición de dureza a las nuevas medidas de Milei y una puesta en escena con predominio de los sectores más duros, y de peso interno. Se verá cómo se expresa en el Congreso. Dicho de otra forma: la cuestión es si se trata de evitar lo que se supone son costos políticos -en el debate, pero sin obstruir- o si se trata de apostar al perfil de confrontación abierta, y al desgaste acelerado de la nueva gestión.

En el interior del peronismo, no sólo entre gobernadores, circulan análisis muy críticos de las medidas económicas, con foco en Luis Caputo, aunque sin desconocer la “necesidad” de ajustes. Es lo que transmiten en conversaciones reservadas ex integrantes del equipo de Massa, rivales como Martín Guzmán y sectores del kirchnerismo. Por supuesto, con arrastre de reproches ácidos.

El componente propio, que algunos de esos cruces no eluden, es la carga de responsabilidades en la crisis. Por supuesto, tiene relación directa con lo que expresó la amplitud del voto a Milei en el balotaje -en especial, la mezcla de rechazo y agotamiento por el ciclo previo-, más allá de la evolución de las expectativas actuales. El camino es estrecho para la política en general.