Confusión, mareos e incapacidad para concentrarse: los síntomas que afectan a personas recuperadas de COVID-19, según estudios recientes. 15 de Octubre 2020
Por la pandemia global de COVID-19, millones de médicos de todo el mundo comenzaron a investigar las secuencias genéticas del SARS-CoV-2 para entender la propagación de la enfermedad. Recientes investigaciones sugieren que el coronavirus genera un estado de confusión en pacientes recuperados. La comunidad médica todavía sigue investigando las consecuencias de la enfermedad.
En este contexto, surgió nueva información sobre un nuevo estado de “niebla mental”. También afectaría a personas que no cursaron la enfermedad con síntomas graves. Meses atrás, surgió evidencia que el COVID-19 genera daños irreparables en el corazón y enfermedades cardíacas. Los datos emergentes muestran que algunos de los daños más potentes del virus se dirigen al corazón.
<La “niebla mental” podría ser una secuela a nivel cognitivo y se ha reportado en varios países del mundo. Los pacientes aseguraron sufrir pérdida de memoria, problemas para concentrarse, mareos, dolor de cabeza y confusiones frecuentes.
“Todavía no se sabe mucho, ya que el costado neurológico aún no fue muy explorado. Por un lado, el virus afecta en términos primarios al sistema nervioso y causa trastornos mentales, la perturbación de la memoria, cansancios y confusiones recurrentes. Por otro lado, en orden secundario, también hay que tener en cuenta todo lo vinculado al aislamiento, la incertidumbre económica, el temor al contagio de los cercanos y las angustias, que configuran escenarios de ansiedad y depresión en las personas”, explica Federico Pavlovsky, médico psiquiátrica argentino a Página 12.
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“Por los últimos trabajos sabemos que el virus invade al sistema nervioso central y periférico y desencadena una respuesta inflamatoria inmune y propia del organismo que puede contribuir a la emergencia de los síntomas neuropsiquiátricos. Hay diversos cuadros que podría ocasionar, desde encefalitis (inflamación cerebral) hasta enfermedades cerebrovasculares”, asegura.
Un estudio publicado en Journal of the American Medical Association explicó estos nuevos signos. El SARS-CoV-2 causa insuficiencia respiratoria y para realizar el tratamiento correcto, los profesionales de salud deben tener en cuenta también el daño cerebral de la nueva cepa de COVID. Un porcentaje de los pacientes con COVID-19 presentaron problemas neurológicos como accidentes cerebrovasculares (ACV) o, en los casos más leves, confusión. Los neurólogos confirmaron que el COVID-19 “podría desarrollar daño cerebral, encefalopatías u otra disfunción severa”. Más de dos millones de casos fueron confirmados y los doctores están comenzando a reportar pacientes que experimentan convulsiones, alucinaciones.
“Esto indica que el virus puede invadir el cerebro, en algunas circunstancias”, explicó la Dr. Elissa Fory, neuróloga estadounidense. “Es un patrón la rápida evolución del virus: la inflamación del cerebro es de causa viral”.
“No debemos olvidarnos que es una enfermedad que tiene muchos puntos en común con otras infecto-contagiosas y que para peor se ancla en el contexto de una pandemia global”, dice Adrián Baranchuk, médico egresado en la Universidad de Buenos Aires y profesor de Medicina en la Universidad de Queen’s, Canadá.
Según un paper de Radiology, el coronavirus podría estar asociado a accidentes cerebrovasculares isquémicos y hemorragia cerebral. Los neurólogos reportan desde el paciente cero y, a medida que crecen los casos de COVID-19 que desarrollan problemas neurológicos, continúan custodiando la rápida y violenta evolución del virus.
“Hay antecedentes del siglo 19 y el 20 que indican que aquellas personas que sobrevivían a las grandes epidemias luego convivían con síntomas de insomnio, ansiedad y depresión. Un caso paradigmático es el de la encefalitis letárgica: pacientes que además de tener gripe desarrollaban un cuadro muy particular, pues, a la psicosis se sumaba la hipersomnia y complicaciones similares a los que experimentan Parkinson”, cuenta Pavlovsky.“Se realizaron investigaciones que hacían seguimientos un año luego de concluida la peste y se halló que en un 40 o 50 por ciento de los casos, perduraban las perturbaciones como depresión, estrés, disforia, alteraciones de sueño y concentración, narcolepsia y encefalitis”.
f:Cronista