lunes, septiembre 23

La Rioja comenzó el pago de sueldos estatales con los “Chachos” y los economistas alertan por su uso

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La provincia comenzó a pagar una parte de los sueldos de funcionarios públicos con Bocade, marcando la primera circulación de este tipo de divisas subnacionales desde marzo de 2004.

El gobierno de La Rioja ha iniciado el pago de salarios a empleados estatales utilizando la cuasimoneda local conocida como Bocade o “Chachos”, marcando así el regreso formal de una cuasimoneda en la economía argentina. Esta moneda, apodada en honor a Ángel Vicente Peñaloza, empezó a circular dentro de la provincia y puede ser utilizada como moneda fiduciaria exclusivamente en ese ámbito territorial.

La Legislatura riojana aprobó a principios de año la emisión de cuasimonedas por un valor de $22.500 millones, destinando un 30% de estos fondos para el pago de salarios de empleados públicos. Esta medida fue justificada por el gobernador Ricardo Quintela debido a la deuda acumulada del Gobierno nacional con la provincia por fondos coparticipables, que según él no se han pagado desde mediados de noviembre de 2023, tras el balotaje.

Según Quintela, La Rioja no puede prescindir de estos fondos, ya que forman parte de la coparticipación federal que la provincia debería recibir. La emisión de la cuasimoneda busca paliar esta situación financiera adversa, afectada además por una caída del 40,1% en los ingresos corrientes este año.

“Se dejó de pagar una parte de octubre, noviembre y diciembre. Eso hace un monto aproximado de 9.300 millones de pesos. A eso se le tiene que agregar la cuota de enero, otros 3.700 millones de pesos de enero. La Rioja no puede prescindir de esa plata porque es parte de la coparticipación, de los recursos que son parte de las provincias”, sostuvo el dirigente que es además titular del PJ riojano. 

La Legislatura de La Rioja autorizó al gobierno provincial a emitir cuasimonedas por un total de $22.500 millones. Según Politikon Chaco, la provincia depende en gran medida (alrededor del 90%) de los fondos transferidos por el gobierno nacional, y este año ha experimentado una caída del 40,1% en sus ingresos corrientes. En respuesta a esta situación financiera crítica, Quintela ha implementado medidas de austeridad, reduciendo los gastos en personal en un 33,1% en comparación con el mismo período del año anterior, y los gastos en consumo (bienes y servicios) en un 44,3%.

La existencia de cuasimonedas plantea riesgos tanto para la provincia emisora como para los tenedores de estas monedas. La principal incertidumbre radica en la aceptación y la velocidad de circulación de la cuasimoneda “Chacho” dentro de La Rioja. 

El economista Amílcar Collante destaca que el éxito de una cuasimoneda depende de “el nivel de aceptación y la velocidad de circulación o demanda” que puedan tener. “Es claro que desde el Gobierno Nacional no quiere que las provincias emitan cuasimonedas y dijo concretamente que no las va a rescatar, como ocurrió por ejemplo en 2003/4”, explicó. De acuerdo a datos del Banco Central, en aquel periodo, las cuasimonedas alcanzaron un pico de circulación equivalente a $7.800 millones hasta ser retiradas gradualmente por la entidad entre diciembre de 2002 y marzo de 2004.

“En realidad las provincias que emiten estas monedas, más aún en contexto de cepo y con la baja de tasa de interés que hubo, lo que no quieren hacer es un esfuerzo fiscal para volver a tener financiamiento voluntario y directamente optan por emitir una cuasi moneda”, apuntó.

En esta misma línea, el director de Focus Market, Damián Di Pace, aseguró: “las cuasimonedas en definitiva son una emisión de deuda y en el caso de la provincia de La Rioja tiene déficit fiscal y era una de las provincias que mayor nivel de adelantos transitorios recibía por parte del gobierno nacional el año pasado. Entonces, entre el déficit fiscal y el gasto público inflexible, lo que genera es que emita justamente esta moneda para financiar parte de ese gasto, sobre todo, por ejemplo, empleados públicos o deuda de proveedores”.

“Pero el gran inconveniente es que, a diferencia de otro contexto, donde se emitieron cuasimonedas para no entrar en default como fue en el 2001 -que en aquel momento fueron Patacón, Lecop, Quebracho, etcétera- el garante de última instancia de aquellas letras había sido el Gobierno nacional. En este caso no van a ser garantes de esa emisión por lo cual la tasa de descuento va a ser muy fuerte porque no tiene respaldo. Básicamente circularía internamente, pero cuando vas a pagarle a un proveedor por fuera de esa provincia ya se va a complicar porque todos van a querer descontar esa moneda”, explicó Di Pace.

Y concluyó: “Entonces va a tener muchas restricciones y sobre todo (respecto a) cuánto va a ser el valor real de esa moneda respecto del valor presente hacia el futuro. Y la realidad que al no tener respaldo va a tener limitaciones en su circulante y a su vez una restricción por parte de aceptación de otras provincias o agentes económicos, ya sea empresas o sector público, que quiera recibir el pago de un Bocade”.

Por su parte, Eric Paniagua, economista de Epyca, agregó que “la competencia de monedas lo que va a generar es una nueva anarquía financiera”. “No va a pasar en el corto plazo porque la emisión que está llevando a cabo la Rioja es muy mínima, pero si todas las provincias procedieran de la misma forma probablemente habría una cantidad importante de distintas divisas circulando por la Argentina”.

“Los bonos provinciales, que normalmente llamamos cuasimonedas, tienen un problema de origen que es que se emiten para seguir financiando de manera artificial niveles de gasto público que son insostenibles. Como son creadas por una entidad que justamente las emite por estar cuasi-quebrada y no tener acceso a otras fuentes genuinas de financiamiento, estos bonos nunca cotizan a la paridad que se anuncia, sino que lo hacen por debajo. El público no las demanda y su valor rápidamente cae”, mencionó Eugenio Marí, de Libertad y Progreso.

“La emisión de cuasimonedas es una medida irresponsable que, al final del día, no hace sino licuar a aquellos a los que las provincias pagan con este medio, en su mayoría empleados públicos provinciales. Entonces en términos reales se ajusta el gasto, pero por las malas”, consideró. “Además, surgen incentivos nocivos al lobby para ver a quienes se les paga con cuasi-monedas y a quienes con pesos, que en este caso pasa a ser la ‘moneda fuerte’. Como además hay una paridad oficial entre la cuasi-moneda y el peso, esto termina generando mercados negros de cuasi-monedas, incentivos a la corrupción en las fiscalizaciones y un sinfín de distorsiones que no hacen sino agravar la situación”, cerró el economista de Libertad y Progreso.