Mientras Milei sonríe, Massa y Bullrich buscan encontrar un discurso que lleve esperanza en plena crisis
El Gobierno cree que pudo superar la oleada de ataques a comercios y hay reproches dentro del peronismo por la estrategia electoral. Juntos por el Cambio busca un relanzamiento urgente.
Estefanía
Estefanía tiene 31 años y trabaja en un consultorio desde hace dos meses en blanco en Capital. Es de Rafael Castillo, dos hermanos, padre enfermero jubilado, madre cobra la mínima pero supo tener un kiosco en su casa cuando no le daba miedo que le robaran. Estefanía y su novio -cordobés, 24 años, trabaja en una empresa informática que le paga la mitad en blanco y la mitad en negro- viven en una residencia en Balvanera. Pagan 100 mil por una habitación con baño privado. En otro cuarto de ese mismo lugar, vive un dealer al que le temen porque llena la cuadra de compradores de droga y porque a cada rato lo visita un móvil de la policía con oficiales que lejos de indagarlo, se quedan charlando con él.
Estefanía y su novio se quieren ir de la residencia. Habían encontrado un monoambiente en San Telmo, se ilusionaron porque por primera vez los dos tienen sueldo en blanco y llegaban a juntar los 120 mil pesos mensuales que les costarían esos 35 metros cuadrados con balcón. Ya tenían pensado adoptar un gatito. La garantía sería un seguro de caución. Pero la inmobiliaria les avisó que el dueño dijo que no. Que solo dos meses de recibos en blanco no le daban confianza. Y ahora no saben cuándo saldrán del lugar en donde viven. Quisieron intentar ir a una residencia un poco mejor y más segura, pero les pidieron 200 mil pesos a cada uno (o sea 400 mil pesos) por una habitación con baño y cocina privados.
Es miércoles y Estefanía dice que por ahora en Rafael Castillo no hay ataques a comercios pero que ella en 2001 tenía 12 años y que se acuerda bien cuando, en el medio de una ola de saqueos, a su mamá le llegó el rumor de que atacarían las casas. Después de cerrar desesperadamente puertas y persianas, los escondió a ella y a sus hermanos debajo de la mesa, todos temblando, muertos de miedo.
Estefanía dice que ella, su novio, su hermano, su papá de 67 años y su mamá votaron a Milei. Y que lo van a volver a votar en octubre.
Cintia
Cintia tiene 26 años, es de Moreno pero trabaja en Capital. El chino saqueado el martes con una violencia feroz queda a dos cuadras de su casa. El chat de mamis de la escuela explotaba de imágenes de ataques a comercios sucedidos o por suceder.
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Cintia tiene el miedo en los ojos: “El trabajo una se lo consigue, pero ¿quién nos cuida? ¿Quién nos da seguridad?”.
Cintia no fue a votar en las PASO.
Estefanía y Cintia, la médula de las obsesiones de los equipos de Sergio Massa y Patricia Bullrich
¿Qué tienen para decirles? ¿Qué pueden ofrecerles? Son jóvenes, estudiaron, trabajan pero nada es como debiera: la plata no les alcanza, ni siquiera pueden alquilar, tienen miedo de la calle y en sus primeros recuerdos ya experimentaron lo que pasa cuando todo se desbanda.
Los saqueos son la palabra clave que atraviesa todos los miedos en los centros urbanos del país. Ahora hay una tensa calma y algunas conclusiones: el Gobierno está aliviado porque el hambre salió de la agenda de motivaciones de estos ataques y el único eslabón que une hasta ahora estos robos es la marginalidad y la juventud de los que entraron a los negocios con violencia.
Eso no vuelve menor al problema. Ayer por la mañana, se hicieron allanamientos masivos para seguir las órdenes judiciales de las 23 causas que se abrieron esta semana en el conurbano. En esas barridas policiales, secuestraron teléfonos y encontraron, por ejemplo en Ezeiza, grupos de chat con 50 integrantes que instigaban a saquear ese mismo día comercios de Ezeiza.
En Quilmes, un allanamiento se llevó teléfonos que revelaron grupos de chats donde hasta el nombre era explícito: se llamaba “Saqueo” y su administrador era un hombre de Ciudad Evita que incitaba a atacar el super chino de Triunvirato y Urquiza y pedía que confirmaran quienes se sumarían. Ejemplos así se repiten hasta el infinito y llenan de incertidumbre lo que queda hasta la definición electoral.
Los dos meses que faltan para la elección son una carrera contra el tiempo en el búnker de Massa
El golpe dejó a su comité de campaña en estado de deliberación. Esperan volver a habitar la sede de calle Mitre la semana que viene engolosinados por anuncios que lleven plata a los bolsillos de la gente. Hay un enorme trabajo pendiente en el peronismo. Massa ya hizo ronda de conversaciones con los gobernadores con reclamos pertinentes por sentirse abandonado.
Escuchó que le decían que no tenían nafta para empujar cinco elecciones (por las de sus provincias, más las tres vueltas nacionales). La pregunta melancólica es por qué 17 provincias se desmembraron de la nacional sin que nadie se ocupara de impedirlo. “Cuando eso pasó, ni Cristina ni Alberto hicieron nada. Esto fue todo desidia y así estamos”, responde un dirigente de alto nivel del oficialismo.
Ahora se abre otra pregunta: ¿Alberto y Cristina ocuparán el mismo rol ausente en la carrera hacia la general? CFK no da señales todavía, pero adentro del Gobierno creen -o quieren creer- que su presencia estará.
¿Y Patricia Bullrich?
Bullrich busca el camino en un terreno complejo. Hizo foto con toda la estructura de Juntos por el Cambio para mostrar calma, unidad y liderazgo hacia adentro, pero la foto asusta a cualquier estratega electoral. Una imagen que los muestre como casta genera un dilema de campaña. Esa lección la aprendió Larreta de un modo brutal. Esta semana sintetizó su autocrítica en la intimidad después de la derrota en las PASO: “Fui un éxito en llenar el álbum de figuritas con todo la estructura política. Tuve a todos los que había que tener. Pero a la gente no le interesaba ese álbum. La gente no quería política”.
La reunión de JxC, a pesar de esos pruritos, era necesaria para unir las partes, pero todavía hay mucho conflicto irresuelto. El de Larreta con Macri por ejemplo, que se vieron a solas el fin de semana previo a las PASO pero no volvieron a cruzar palabras ni mensajes después de que se conocieron los resultados el 13 de agosto. Es una relación de 30 años que está rota y con rencores.
Elisa Carrió no estuvo por cuestiones de salud, pero la Coalición Cívica estuvo lejos de tener un lugar protagónico. Santilli está decidido a acompañar la campaña de Grindetti en provincia -mantiene un diálogo muy fluido con Patricia con este objetivo- pero desapareció del NH cuando habló su excompetidor de campaña y Bullrich quiso convocarlo desde el escenario. Martín Lousteau fue una ausencia con ruido aunque está de viaje, descansando. Hay muchas preguntas abiertas sobre qué le deparará el destino a Juntos por el Cambio si no hace una buena performance en octubre. Ahí es donde los fantasmas del rol de Macri con Milei persiguen a muchos.
“Acá no hay rencores, no somos tres locos con cuatro perros”, dijo Patricia. Les costó más trabajo desmentir una frase que juran no fue pronunciada en el NH hotel pero que circuló tanto que el propio Milei le respondió en TW . “No seamos boludos, si gana dura dos meses y vuelve el peronismo”. Ningún integrante de esa reunión de la alianza opositora confirmó que esas palabras fueron dichas en un micrófono, pero circula como un mantra de campaña. Sin decirla, ese será el espíritu.
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A ese escenario, JxC busca mostrar equipos: el lunes está todo listo para presentar a Melconian en sociedad.
Javier Milei disfruta
Disfruta de todo: de mantener la centralidad, del halago de Massa sobre su rol “colaborativo” con el FMI, del aplausómetro que ganó frente al ministro de Economía y Bullrich entre los decision makers -como suelen llamarse los que mueven la plata grande en el universo financiero- en el Consejo de las Américas.
En ese universo, él representaba una pesadilla. Pero no se hablaba de otra cosa en el Hotel Alvear. Ellos, ahora, no lo ven tan mal y lo aplaudieron más que a nadie. El poder magnético de los votos.