El ministro de Economía está atravesando lo que parece ser una tormenta perfecta. Pero está seguro de pasarla con éxito, porque se siente, desde hace un tiempo, el capitán del barco.

Todos los males posibles parecen estar jaqueando a Sergio Massa en la recta final para las elecciones presidenciales del 22 de octubre.

Sin embargo, el candidato y el peronismo juegan sus fichas a pleno convencidos de que pueden entrar en el balotaje. ¿Con quien? Con Javier Milei.

Se aferran a las encuestas que ubican en la tercera posición a Patricia Bullrich, quien pelea voto a voto con Libertad Avanza.

El kirchnerismo duro también apuesta al balotaje, aunque se conforma con un premio consuelo: que Axel Kicillof logre la reelección y que asegure entrar al Congreso de la Nación la mayor cantidad posible de dirigentes de ese sector. Léase La Cámpora. Esperan a “Wado” de Pedro en la lista de senadores; y a Máximo Kirchner y su gente, en la de diputados.

Massa tiene previsto que este domingo, en el segundo debate de los presidenciables, le arrojen por la cabeza los últimos escándalos, sobre todo, el affaire de Martín Insaurralde, hasta hace unos días Jefe de Gabinete de Kicillof.

Otro capítulo del debate se escribirá seguramente con la disparada del dólar blue, la inflación y la catarata de medidas destinadas a poner más plata en el bolsillo de la gente para influir en las urnas.

Nadie sabe hasta dónde puede escalar el escándalo desatado a partir del viaje a Marbella con la mediática Sofía Clérici. Sobre todo cuando la Justicia empiece a escarbar en el patrimonio y las inversiones, no solo de Insaurralde sino de su ex esposa Jésica Cirio.

En vano parecen los intentos por “desconocer” a Insaurralde y poner este escándalo lo más lejos posible de la campaña.

Algo parecido ocurre con el caso de Chocolate Rigau, el puntero peronista y el financiamiento de la política en territorio bonaerense.

Cristina y Máximo Kirchner fueron los responsables del desembarco obligado de Insaurralde en el gabinete de Kicillof. Pero nada dicen. Y menos del supuesto vínculo con el juego en la provincia.

Lejos quedó en el tiempo la época en que el ex intendente de Lomas de Zamora desembarcaba en la política de la mano del duhaldismo. Hoy o hasta ayer, se refugiaba bajo el paraguas del kirchnerismo.

Lo cierto es que el peronismo espera con paciencia el momento de pasarle factura a Máximo por su colonización del PJ bonaerense que lo tiene como presidente.

Si bien su mandato se extenderá hasta 2025, no son pocos los que quieren renovar antes esa conducción, sobre todo si se pronuncia la Corte Suprema de Justicia frente a una presentación del intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, ex titular del partido en la provincia.

Así, Massa está atravesando lo que parece ser una tormenta perfecta. Pero está seguro de pasarla con éxito, porque se siente, desde hace un tiempo, el capitán del barco -averiado por donde se mire-.