Ya está todo preparado para el avance de las fuerzas de Kiev. Los analistas militares especulan con la posibilidad de que las tropas rusas colapsen y los ucranianos puedan reconquistar Crimea
Soldados ucranianos durante un entrenamiento en la región de Donetsk, Ucrania, en preparación para la contraofensiva de primavera. (Roman Chop/AP)
Las fuerzas armadas ucranianas ya tienen listas 12 brigadas con unos 4.000 soldados cada una para iniciar la tan esperada contraofensiva de primavera contra los invasores rusos. Una operación de enorme envergadura para el relativamente pequeño ejército ucraniano y fundamental para el devenir político de esta guerra. Si el avance se desarrolla como la mayoría de los analistas militares predice, para antes de que vuelva a caer la nieve en la estepa (octubre-noviembre) debería estar todo resuelto en el campo de batalla y se iniciarían las negociaciones para un armisticio. Pero si las fuerzas rusas logran contener la ofensiva y prevalecen en algunos territorios clave, sin perder las ciudades que conquistaron en el oeste, y mantienen la península de Crimea invadida en 2014, es probable que el gobierno de Kiev tenga que sentarse a una mesa de negociaciones en desventaja y ya sin el apoyo férreo de Estados Unidos y la OTAN. La contraofensiva de primavera es un arma de doble filo.
Hay, básicamente, dos escenarios posibles para este avance decisivo. El primero, sería desde las proximidades de la segunda ciudad del país, Kharkiv, para avanzar por el oeste, en la región del Donbas, y reconquistar Luhansk (donde los rusos mantienen un enclave separatista desde hace 9 años) para llegar a Severodonetsk y asegurar finalmente Bakhmut, la ciudad que se encuentra en el frente de guerra desde hace seis meses y que provocó enormes bajas y pérdida de equipos en ambos bandos. De esta manera empujarían a los rusos hacia el sur y los dejarían de espalda sobre el Mar de Azov. Pero esta estrategia deja a las fuerzas invasoras con una parte importante del territorio muy difícil de conquistar en una segunda escalada sin el apoyo decisivo de equipamiento estratégico de la OTAN, que por el momento no parecería estar dispuesta a entregar. Y, sobre todo, los rusos mantendrían intacta su línea de abastecimiento desde Crimea.
El segundo escenario es abrir un frente amplio en el sur desde Kherson y Zaporizhzhia (la zona donde se encuentra la central atómica más importante de Europa del Este que está en manos de los rusos desde el comienzo de la invasión en febrero de 2022), avanzando para reconquistar Mariupol, Berdiansk, Melitopol y Tokmak. De esta manera dejarían a los invasores “aislados” en el oeste y podrían amenazar directamente a la península de Crimea, incluso intentar reconquistarla con un movimiento de pinzas de la marina. Los rusos se estuvieron preparando en los últimos tres meses para esta eventualidad y crearon una línea de defensa férrea que incluye kilómetros de terreno minado y pilotes de hormigón. Sin embargo, los generales estadounidenses con enorme experiencia en las guerras de Irak y Afganistán, David Petreus y Ben Hodges, dijeron en sus análisis que ese es el mejor camino para “romper la línea de suministro, reconquistar Crimea y conseguir una victoria decisiva sobre las tropas del Kremlin”.
Soldados ucranianos disparan un obús D-30 en el frente de Bakhmut, en la región de Donetsk, Ucrania.(Roman Chop/AP)
Ya lo dijo Sun Tzu, el tan citado estratega militar chino, “la guerra se basa en el engaño”. “Por lo tanto, cuando podamos atacar, debemos parecer incapaces; cuando utilicemos nuestras fuerzas, debemos parecer inactivos; cuando estemos cerca, debemos hacer creer al enemigo que estamos lejos; cuando estemos lejos, debemos hacerle creer que estamos cerca”, aconsejó. Y lo que termine sucediendo sea una combinación de estos dos escenarios expuestos mas arriba u otro que no imaginamos.
Lo que sabemos es que 9 de las 12 brigadas que entrarán en acción en los próximos días –mucho dependerá del terreno y si los vientos primaverales secan el barro- fueron entrenadas por la OTAN. Los comandantes y las fuerzas especiales participaron en los últimos meses de entrenamientos en las bases que tiene Estados Unidos en territorio de Alemania. Allí aprendieron a manejar los tanques Abrams y Leopard, así como los carros de asalto Bradley que entran por primera vez en acción en esta guerra. Según la prensa alemana, las maniobras se centraron en la coordinación de las acciones de las diferentes armas en el campo de batalla. Uno de los problemas más graves que enfrentaron hasta ahora los ucranianos fue la falta de una comunicación efectiva entre las unidades. “Tenemos equipo de comunicación muy diferente entre nosotros y eso nos hace vulnerables ante las escuchas de los rusos”, explicó la semana pasada un general al diario Kyiv Independent.
Otro de los pilares del entrenamiento estuvo marcado por el “abuso” de la artillería. El ejército ucraniano lanzó mayor cantidad de munición de artillería de la que en promedio debería ser utilizada. Y eso hizo que en algún momento, hacia fin de año pasado, las unidades de combate se encontraran “cortas” de municiones. Esta es una preocupación particular también de los aliados occidentales que no dan abasto con su producción. “Lo que recibieron es lo que tendrán hasta dentro de siete u ocho meses. No hay mayor capacidad de producción, pero tampoco hay voluntad política de seguir entregando esta cantidad de armas”, explicó a la revista Político Europa un general de la OTAN de Bruselas.
Un soldado ucraniano se toma el casco mientras avanza a toda velocidad con su carro de asalto Bradley cerca del frente de Bakhmut, en la región ucraniana de Donetsk. (AP Foto/Libkos)
Los rusos también agotaron buena parte de su arsenal en la inconclusa batalla por el control de la ciudad de Bakhmut, pero ellos tienen fábricas propias que los pueden abastecer más rápidamente. También consiguieron munición de artillería pesada de Egipto, aunque ese canal ya se cortó por presiones de Estados Unidos. Lo interesante de este proceso es que, en realidad, la diplomacia de Washington hizo que la producción egipcia llegue ahora directamente a manos ucranianas. Pero a los soldados de Vladimir Putin siguen teniendo el canal abierto para recibir los misiles iraníes y municiones mejoradas por ellos mismos como las bombas deslizantes que tienen capacidad de volar con un sistema de navegación y alas. Esta es un arma estratégica que va a tener un papel importante en los próximos meses, aunque sufrió un revés cuando la semana pasada una de las bombas equivocó el curso y terminó estallando en la ciudad rusa de Bolgorad, dejando destrozos y varios heridos.
Las fuerzas rusas todavía tienen la ventaja de la conscripción masiva y la está utilizando. Ya está en marcha el reclutamiento de una nueva camada de soldados que podrían estar listos para ir al frente antes de fin de año. Esto, según el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, les daría “una ventaja decisiva” para terminar con la guerra y quedarse con los territorios conquistados. Shoigu espera que los ucranianos “gasten” todas sus fuerzas en la ofensiva de primavera y queden exhaustos de reclutas y municiones para cuando vuelva el invierno. Vladimir Putin apuesta todo al tiempo. Está convencido de que con el transcurrir de los meses, los aliados “se cansarán” de entregar dinero y armas a Ucrania y él quedará con las manos libres para dar el zarpazo definitivo.
Cartel de propaganda en apoyo a las fuerzas armadas rusas en Ucrania, en Sebastopol, Crimea. En la pancarta se lee: «Nuestra causa es justa, el enemigo será derrotado, ¡la victoria será nuestra!». (REUTERS/Alexey Pavlishak).
Algo de esto está en el aire que respiran los aliados. “Todo depende de cómo vaya esta contraofensiva”, dijo Alexander Vershbow, ex embajador de Estados Unidos en Rusia y alto funcionario de la OTAN en una entrevista con el New York Times. “Todo el mundo tiene esperanzas, quizá demasiado optimistas. Pero determinará si va a haber un resultado decente para los ucranianos, en términos de recuperar territorio en el campo de batalla y crear una influencia mucho más significativa para conseguir algún tipo de acuerdo negociado. De lo contrario, habrá que pensar en nuevas estrategias.” A este escepticismo hay que sumarle las elecciones en Estados Unidos. Los republicanos ya se quejan amargamente en el congreso de Washington por la enorme cantidad de recursos que se están yendo en el apoyo que le da el demócrata presidente Joe Biden a Ucrania y será una carta que esgrimirán cada vez que puedan durante la campaña.
Todo esto crea una presión enorme sobre el presidente Volodimir Zelensky y sus generales. Y como todo sabemos, bajo presión los seres humanos estamos más propensos a cometer errores.