Sin medidas concretas a favor del consumo popular y con una inflación que se aceleró, el Gobierno no podrá modificar la realidad de millones de argentinos
Leandro Santoro, candidato número uno del Frente de Todos en la Ciudad de Buenos Aires, asegura que el oficialismo se prepara para una campaña corta en los últimos 15 días antes de las elecciones. Por la ley electoral, el Gobierno no podría anunciar medidas antes del 14 de noviembre, con lo cual el «plan platita» al final se limitó a un planteo público -del ex ministro de Salud bonaerense y candidato Daniel Gollán- más que a un hecho real.
Sin medidas concretas a favor del consumo popular y con una inflación que se aceleró desde las PASO, está claro que el Gobierno no podrá modificar la realidad de millones de argentinos antes de las elecciones.
El gran «debe» del Gobierno tiene que ver con el nivel de consumo, que le cuesta recuperar posiciones.
De este tema hablaron Marco Lavagna y Juan Mazur, titular del Indec y jefe de Gabinete, a comienzos de la semana en una tempranera reunión en la Casa Rosada.
Por ahora, la economía está muy lejos del escenario que avizora Roberto Feletti: «Nadie quiere perderse el boom de consumo que va a haber en el último trimestre del año», predijo en referencia al congelamiento de precios que acordó con las empresas de la alimentación luego de la reunión con gobernadores en la tarde del miércoles.
Sin «plan platita» por las restricciones fiscales y monetarias, Alberto Fernández se limitó a algunas medidas muy puntuales, que incluso estaban en la agenda en la previa a las PASO, como la mejora en el impuesto a las Ganancias o la suba del salario mínimo. De más está decir que no se trata de iniciativas que vayan a mover de manera radical el resultado en las urnas.
Martín Guzmán se había jugado -y así lo dejaba trascender- que la inflación mensual descendería a un piso del 2% antes de las elecciones. Pasó todo lo contrario. Los aumentos de los precios se aceleraron, y Fernández subió al ring a Roberto Feletti, un kirchnerista de «paladar negro», con el objetivo de lidiar con las empresas alimenticias y con los supermercados para congelar los precios de una canasta de 1.500 productos.
El Gobierno ya no tiene nuevas medidas a favor del consumo popular y la inflación se aceleró desde las PASO
Aquella estrategia de suave desaceleración inflacionaria -ahora frustrada- debía sincronizarse con la política de ingresos. A partir de mitad de año, el Gobierno habilitó las revisiones de las paritarias. Acuerdos salariales que se habían firmado bajo la idea de una inflación anual del 29% se redefinieron a una pauta del 45% promedio.
Hasta hace algunas semanas, Guzmán reivindicaba ese escenario donde, por primera vez en cuatro años, los salarios le ganarían a la inflación por varios puntos. El IPC no debía pasarse del 42%, como máximo.
Esa dinámica es la que acaba de quebrarse
Serán contados los gremios que puedan ganarle a la inflación anual, que tiene un piso del 50% en este 2021. Ni hablar de los millones de trabajadores que se encuentran en la informalidad, ni de los monotributistas.
Feletti asumió en Comercio Interior, justamente, como un contrapeso de esa realidad. El congelamiento de los precios de productos de la canasta básica intenta morigerar la pérdida del poder de compra de los sectores más postergados de la sociedad.
Y, además, transformarse en una señal política hacia los votantes del Frente de Todos, que miran críticamente la manera en que Guzmán lleva adelante un verdadero ajuste de las cuentas públicas en medio de la recesión y la inmediatez de las elecciones.
De hecho, ese fue el principal reproche que le hizo Cristina Kirchner en su carta pública post PASO: no gastar ni siquiera lo que tenía presupuestado para este año.
Sin ese incentivo directo a los bolsillos, Feletti entonces encabeza la «patriada» contra las empresas productoras de alimentos. Ordenó un congelamiento, que por ahora tiene serias objeciones por parte de las compañías fabricantes y de parte de algunos supermercados.
Por otra parte, existe un dato clave para entender que la medida de Feletti tendrá serias dificultades para imponerse.
Basta con poner bajo la lupa la manera en que se reparten los consumidores a la hora de hacer las compras. ¿Dónde van?
Un informe de la consultora AC Nielsen -especializada en consumo- da la clave: sólo uno de cada tres consumidores elige el supermercado para comprar los alimentos, bebidas y productos de higiene.
El resto de los consumidores hace las compras para el hogar en los almacenes de barrio y en los autoservicios chinos.
A diferencia de los grandes supermercados, ni los almacenes ni los autoservicios pueden respetar el congelamiento de precios. No les dan los márgenes para hacerlo. Esos pequeños comercios se abastecen en los mayoristas, que por lo general no les venden a un precio bajo que les permitan obtener un margen de ganancia.
En muchos casos, incluso, los mayoristas les venden los productos «congelados» a un precio similar (o incluso mayor) al que estipula la lista de 1.500 artículos publicada por el Gobierno.
La dinámica inflacionaria complica las perspectivas del Gobierno
Cómo se reparte el consumo masivo
- 32% en almacenes
- 31% en supermercados
- 19% en autoservicios
- Resto: kioscos-farmacias
Hay un hecho adicional que complican las cosas. Se trata de la dinámica inflacionaria, que no se ha detenido en las últimas semanas. Al contrario, se exacerbó. Al menos en el caso de los alimentos y de las bebidas.
Los últimos relevamientos de las consultoras privadas que miden la evolución de los precios en tiempo real dan cuenta de que la Argentina se encamina al escenario más temido: una aceleración de los precios. Con el rubro alimenticio como uno de los más cambiantes, en un contexto donde hay una fuerte presión oficial para lograr un congelamiento parcial hasta fin de año.
Además de esta realidad que le pone trabas al objetivo de Feletti, la crisis también tiene daños «colaterales«. Como los bancos que ponen límites a los clientes para los gastos con tarjetas de crédito.
Esa realidad -que algunas entidades revisaron a pedido del Gobierno- le quitó potencia a planes interesantes y sumamente convenientes en época de alta inflación, como el «Ahora 12» y «Ahora 30».
Pero, además, existe otra cuestión: en varios rubros son las mismas empresas las que desalientan sus propias ventas, como reacción a la incertidumbre cambiaria. Las que pueden, prefieren conservar sus stocks antes que vender sin conocer el valor de reposición de la mercadería.
Hay algo cierto, y que se impone: el Gobierno tendrá que definir una estrategia a partir del 15N.
¿Habrá un rápido acuerdo con el Fondo Monetario? ¿Cómo será el plan económico post elecciones? ¿Qué pasará con el tipo de cambio oficial, más allá de los buenos deseos del oficialismo?
Ninguna de esas preguntas tendrán respuesta hasta dentro de por lo menos 18 días, la jornada post electoral.
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