Según un informe del SIOMAA, cerca de 1.5 millones de personas conformaría hoy una demanda potencial de unidades; las razones que explican por qué se venden menos

En Argentina se prevé que para fin de este año, se hayan comercializado cerca de 400.000 unidades de autos 0km, lejos de los 700.000 anuales que se registraron, en promedio, entre 2007 y 2018. El problema es que la realidad actual es mucho más compleja que en esos tiempos.

Los argentinos viven en un contexto de incertidumbre en términos de precios, alta inflación, dólar en alza y las empresas suman a eso las dificultades para importar insumos. Eso se traduce, por un lado en demoras en las entregas y faltante de stock y, por el otro, en un mercado de usados distorsionado donde incluso se encuentran opciones más caras que unidades sin uso.

Ahora bien, esa situación macroeconómica afecta a la demanda de autos. Según un informe llevado adelante por el Sistema de Información Online del Mercado Automotor de Argentina (SIOMAA), se estima que hay cerca de 1.500.000 personas que podrían comprar un auto. Es decir, si se compara esa potencialidad con las proyecciones de ventas anuales de 2023, se podría concluir que la industria tendría “cubiertos” tres años y medio de ventas. No obstante, la realidad se aleja un poco de estos fríos análisis.

“El mercado se mantiene vivo por necesidad, refugio de valor o por una forma de mantener los valores activos en dólares”, resumió Alejandro Lamas, secretario de la Cámara del Comercio Automotor (CCA). “Si hubiera más oferta, variedad y unidades, habría más ventas; muchas más si sumamos un poco de estabilidad en cuanto a la inflación y buen crédito prendario”, agregó. Sin embargo, “si las condiciones macroeconómicas empeoran siempre está abierta la posibilidad [de que el mercado se achique]. Si empeora la macroeconomía, el bolsillo de la gente y entramos en recesión generaliza, el mercado puede achicarse”, advirtió.

Es decir, ese mercado potencial es potencial siempre y cuando se mantengan las tendencias actuales o bien mejoren, para que los volúmenes de ventas crezcan junto con la oferta y la demanda.

En paralelo está el mercado de autos usados, el cual también vive momentos de incertidumbre. Cuando la oferta de ceros baja, los precios varían constantemente y las entregas se demoran varios meses, la gente busca en los usados “un refugio de seguridad”, como coincidieron analistas consultados. “Saben que pagan ese precio y se terminó. Después, si aumenta, ellos ya tienen su auto más allá del cambio”, señalaron. Y ahí, las variables cambian.

Los autos con kilometraje son tradicionalmente un mercado fuerte en el país. Según los registros del SIOMAA, de los 11.6 millones de argentinos que compraron un auto en los últimos 10 años, el 54% adquirió un usado. Los motivos, que según Lamas no han tenido variación en este tiempo que pasó, son “tantos como cantidad de autos que hay”. Y en esa línea trabajó Kavak, empresa que se dedica a la compraventa de unidades usadas, en un informe publicado recientemente.

Según una consulta que esta compañía hizo a sus clientes, quienes eligen comprar un usado lo hacen, principalmente, por cuestiones vinculadas al precio, disponibilidad inmediata, mayor oferta y menor costo de mantenimiento, siendo la variable monetaria la que más peso tiene a la hora de tomar una decisión. A eso hay que sumarle un dato a tener en cuenta, más que nada para cuando se piensa en un análisis macroeconómico: solo el 25% de los encuestados adquirió su primer auto y apenas el 12% de ellos tiene entre 18 y 30 años.

En resumidas cuentas, la potencialidad de compra en Argentina es enorme, pero la situación macroeconómica acorta esos números. Por otro lado aparecen los jóvenes, cuyo interés por las cuatro ruedas está mermando o bien prefieren un servicio de alquiler por encima de la compra de un modelo propio. Allí la discusión es otra, porque la soluciones de micromovilidad o movilidad alternativa tienen otro peso en ese segmento. Lo que todavía no se puede determinar es si esa población elige no comprar un auto por una cuestión económica o si se está hablando de un definitivo cambio de época.