miércoles, mayo 8

Billetes: pese a la mayor digitalización y al debate dolarizador son cada vez más seguros ¿por qué?

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Mientras en Argentina hablamos de dolarización y el mundo, de la digitalización del dinero, la impresión de moneda eleva estándares de seguridad. Las razones y cómo está nuestro país en ese sentido.

Los billetes de Argentina tienen estándares internacionales.
Los billetes de Argentina tienen estándares internacionales.

El dinero digital avanza cada vez más rápido en el mundo y en Argentina, sobre todo, a través de la masificación de los pagos digitales. Y eso hace que el físico, el famoso “cash”, vaya perdiendo presencia de a poco. Sin dudas, en el mundo, la tendencia es hacia dejar de utilizar efectivo, es decir, billetes, que se imprimen cada vez menos. Sin embargo, un dato curioso es que los que se siguen produciendo tienen cada vez más medidas de seguridad.

Según un estudio de Mastercard y Americas Market Intelligence (AMI), de 2020 a hoy, el uso de dinero en efectivo cayó un 20% en Argentina. Sucede que la existencia únicamente de billetes y monedas como instrumentos de pago dio paso a diversas herramientas para intermediar las transacciones, que van desde las tarjetas de crédito hasta las monedas virtuales o las plataformas de pago digital. Informate más

Balance entre billetes y pagos digitales en Argentina

Sin embargo, todos estos instrumentos de pago coexisten con el papel moneda. Por ejemplo, en Argentina, hay en circulación, al día de hoy, unos 8.549 millones de billetes, de los cuales 3.997 millones son de $1.000; 117,4 millones valen $2.000, 1.309 millones son de $500, 430 millones son de $200 y 1.579, de $100.

En tanto que los pagos con envíos de dinero registraron un crecimiento del 105,8% interanual en julio (julio 2022 vs. julio 2023), según datos del Banco Central (BCRA). Se efectuaron 287,6 millones de transferencias inmediatas “push” por $9,1 billones en el mes. En montos, en tanto, el aumento fue del del 27% en un año.

Es evidente como crece el uso del dinero digital. De hecho, según los últimos números de la Bolsa de Comercio de Córdoba junto al Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) sobre consumo en supermercados, apenas el 30% de los clientes paga en efectivo actualmente.

Billetes: una paradoja entre seguridad y uso

Pero, paradójicamente, a medida que disminuye su utilización, las medidas de seguridad del billete físico tienen que ser cada vez mayores. ¿Por qué? Según informaron a Ámbito fuentes cercanas a Casa de Moneda, hay que tener en cuenta varios factores:

  • por un lado, la mayor mano de obra especializada en producción de dinero físico disponible sin trabajo;
  • el mayor acceso a herramientas tecnológicas y a información disponible sobre la impresión de billetes para todas las personas y,
  • por último, la rapidez de circulación del dinero, la aceleración de las relaciones de intercambio.

El primer elemento es, quizás, el más curioso, pero lo cierto es que el hecho de que en el mundo se produzcan menos billetes cada vez alienta la oferta de mano de obra calificada disponible para la falsificación. “Es decir que hay más gente con know how sobre emisión de papel moneda sin ocupación formal en el mundo y disponible para las redes de falsificación”, señala la fuente.

Por otro lado, las herramientas tecnológicas disponibles para todo el mundo son cada vez más sofisticadas y permiten mejores trabajos de diseño y falsificación. Sin embargo, claro está, los billetes apócrifos deben ser más baratos de producir que el dinero real y lo son. Por eso, no logran imitarlos tan perfectamente como una copia fiel.

El uso de los billetes es cada vez menor.

El uso de los billetes es cada vez menor. CNN

De hecho, los billetes reales tienen muchas más medidas de seguridad que las que se dan a conocer y eso permite que, si una persona lleva a un banco uno falso, por más precisa que sea la copia, siempre hay instancias más sofisticadas para comprobar si es verdadero o no.

Finalmente, la rapidez de las transacciones es un tema clave. A medida que se acelera la vida, las relaciones comerciales se vuelven más automáticas o impersonales y es en esa aceleración cuando los usuarios de los billetes, muchas veces, son engañados por los falsificadores.

“En ese contexto, se hace necesario reforzar los recaudos de seguridad que se incorporan en los diseños en todo el mundo. Y son muchos los niveles de seguridad que tiene un billete”, comenta una voz consultada.

Seguridad de los billetes: distintos niveles de complejidad

Este último punto hace que la rapidez para identificar un billete real sea un elemento esencial a la hora de diseñar las medidas de seguridad que incluirá. “La validación no puede demorar más de 1 segundo y medio”. ¿Cómo se logra eso? A través de la inclusión se símbolos que solo se ven a trasluz, por ejemplo.

En la nueva línea de billetes que recupera a los próceres en Argentina, para citar un caso, todos tienen la marca de agua “RA” (República Argentina) en el extremo inferior derecho. Pero, además, se debe completar perfectamente la denominación ubicada verticalmente en el extremo izquierdo cuando se ve a trasluz.

Primera dimensión de seguridad del billete: ojo humano

En ese sentido, la tinta serigráfica magnética u ópticamente variable (OVI, por sus siglas en inglés), también llamada tinta de cambio de color, es una medida contra la falsificación que se utiliza en muchos de los principales billetes modernos y los de Argentina entran en ese grupo.

Esa dimensión, la del ojo humano, tiene que ser instantáneamente detectable y es la primera capa de complejidad de las medidas de seguridad incluida en los billetes que imprime Casa de Moneda Argentina, tanto en la planta ubicada en la sede central, como en la de Ciccone, ubicada en Don Torcuato.

Segunda dimensión de seguridad del billete: dispositivos

La segunda dimensión de seguridad es la que se observa mediante el uso de dispositivos, como lupas o máquinas iridiscentes o magnéticas. Por ejemplo, los cajeros automáticos detectan las tintas de alta seguridad, que no son advertidas por el ojo humano.

Esos instrumentos se combinan con patrones especiales que no se ven a simple vista, sino que deben ser observados con lupa para poder identificarlos.

Tercera dimensión de seguridad del billete: instrumentos forenses

Y, por último, hay una tercera dimensión, que es la forense y, por ejemplo, contempla el uso de ciertos pigmentos que reconoce el Banco Central (BCRA) porque es el único que conoce de su existencia y uso en los billetes.

Esas son las tres dimensiones o grados de seguridad que involucra un billete para poder detectar los falsos y desalentar su falsificación. “La reinvención tiene que ser permanente para hacerlos más seguros”, señala una voz experta en el tema.

La aceptación: clave para el uso de dinero falso

Pero, también menciona que un hecho clave para que un billete apócrifo pueda estar circulado es “la aceptación”. Esa variable está muy relacionada al famoso «valor simbólico», un componente clave en el peso de la moneda. Si una persona toma por bueno el pago, es suficiente para que siga circulando. Lo que hay que hacer para que eso no pase es llevarlo a una entidad bancaria y hacer la denuncia.

Cómo son los billetes argentinos de seguros

Algo que muchas veces desconocemos es que los billetes argentinos tienen muy buena reputación mundial, más allá de ser denostados por su castigado valor, tan erosionado por la inflación permanente. Sin embargo, en lo que es diseño monetario, son muy destacados. De hecho, varios, como el de $100 de Eva Perón y el de $1.000, con la imagen del General José de San Martín, han sido premiados internacionalmente por sus diseños.

En el caso del billete de $1.000, que recuperó la figura del General José de San Martín en su diseño y que es el primero de la nueva familia “Heroínas y Héroes de la Patria”, fue puesto en circulación el viernes 14 de julio y, tal como había anticipado Ámbito, fue galardonado como el más seguro de todos en el marco de la Conferencia de Impresión de Alta Seguridad de América Latina, un encuentro anual regional en el que se premian las categorías billete.

En ese marco, nuestro flamante papel de $1.000 recibió el premio regional “Billete del año” y es importante destacar que, entre las principales características de seguridad que tiene están la marca de agua, que permite ver a trasluz el retrato del prócer, y sus iniciales en la mitad izquierda del anverso, que también se ven con una mirada más detallada.

Asimismo, cuenta con impresión calcográfica, gracias a la cual, el retrato, la denominación y los textos presentan relieve perceptible al tacto. Tiene un detalle con tinta de variabilidad óptica, que hace que en el motivo ubicado arriba a la derecha en el anverso cambie de color violeta a bronce al inclinar el billete. También el hilo que tiene cambia de tono al cambiar la posición.

Un billete que los argentinos rechazan, pero el mundo destaca

Esas, tal como se dijo, son solo las medidas de seguridad que se observan a simple vista, por el ojo humano. También tiene otras, táctiles, como las líneas que se ubican en sus márgenes, que sirven como identificatorias para personas no vidente, por ejemplo, y otras más sutiles, que pueden identificarse con lupa, como los dibujos del fondo, que no son colores planos, sino diseños detalladamente seleccionados por un equipo de calificados diseñadores.

Por todos estos atributos, este billete ocupó el primer puesto de este concurso que reconoce los logros destacados en el diseño, la sofisticación técnica y la seguridad de un billete. Además, el criterio de evaluación combina el arte visual la relevancia del diseño general y el simbolismo puesto en reflejar la herencia cultural del país emisor.

Más allá de la pérdida de valor monetario y de la idea de reemplazar al peso por el dólar que crece en nuestro país, es indudable que las innumerables crisis económicas y monetarias le han dado a la Argentina un know how único en materia monetaria. Tristes las razones, pero interesante oportunidad para pensar en proveer de servicios de impresión monetaria y de documentos clave al mundo. La capacidad técnica y de conocimiento, indudablemente, ya la tenemos.