
Entre este incontable número de datos se almacenan, por ejemplo, la localización, si estamos quietos o en movimiento, si nos queda mucha o poca batería, si estamos solos o acompañados, sobre qué hablamos y la antigüedad y precio de nuestro terminal.
El uso de algunos de estos datos y el modo en el que se obtienen están bajo la lupa por las políticas de privacidad.
Varios usuarios de Twitter han despertado dudas sobre la política de tarifas de Uber al cobrar más a los usuarios que tienen poca batería. La lógica nos dice que un usuario va a aceptar el primer precio que le proponga la aplicación si le queda poca energía en el celular. Uber ya desmintió en 2016 la subida de precios en función del estado de la batería, pero reconoció entonces que tenía “acceso a un tremenda cantidad de datos”.
Una conversación, el estado de mi batería o dónde estoy pueden jugar en nuestra contra a la hora de comprar algo. Los teléfonos también tienen datos sobre nuestra salud y actividad física.
En resumen, muchos de los datos que aportamos voluntariamente a las app indican cuál es nuestra posición socioeconómica. Nuestros móviles dicen mucho sobre nuestra disposición a gastar.
Es por esto que las recomendaciones de los expertos son que si piensas que una aplicación esta escuchando una conversación o utuilizando datos privados, consultes con otros usuarios y suspendas su uso.
Información: BBC