Cristina abrió un impasse en la pelea con Alberto para no quedar como su verdugo
Nota extraída de TN por Jessica Bossi
En la Casa Rosada creen que bajó la tensión aunque nadie arriesga una tregua duradera. La idea del “Ministerio del dólar”.
La crisis política no terminó. Cristina Kirchner le dio un impasse a la pelea interna, a la espera de resultados concretos producto de las conversaciones con Alberto Fernández y Sergio Massa.
La relación personal entre los socios fundadores del Frente de Todos está dañada, y llamó la atención una advertencia en el discurso de la vice desde El Calafate: “No permito que nadie hable por mí”. Esa bala no fue para el Presidente, sino para los que aparecen más cerca suyo: su hijo, Máximo Kirchner, y el líder del Frente Renovador.
Las idas y vueltas del fin de semana pasado, con un escenario de tensión transmitido por los medios desde el portón verde de Olivos, la inquietó. No le gustó el show que se generó sobre los cambios de gabinete y que “traficaran” propuestas invocando su nombre. Eso trabó, finalmente, una reestructuración mayor, como proponían Massa y Máximo.
El Presidente no tuvo actividades públicas en la agenda durante toda la semana. Solo apareció en vivo para tomar juramento a Silvina Batakis como ministra de Economía. Se la pasó entre la Casa Rosada y la residencia oficial, con ronda de llamados telefónicos y reuniones reservadas. El secretismo con el que se manejó dio lugar a un sinfín de versiones que circularon entre políticos, empresarios y periodistas.
Hay sectores del kirchnerismo duro que ven con desconfianza a la Casa Rosada, como usina de algunos rumores. ¿Para qué? Con el objetivo de construir una victimización del Presidente, que ubique a su vice como su verdugo. La interpretación suena afiebrada, pero la forma en la que el Gobierno dejó crecer la versión de una decisión drástica dio pie a esas elucubraciones.
La portavoz Gabriela Cerruti no brindó una explicación sobre por qué se vació el calendario presidencial, en una conferencia de prensa que recalentó el clima, en especial, con la frase en la que aseguró que “el Presidente está en control” del país.
El círculo de funcionarios más cercanos a Fernández está envuelto en incertidumbre por las reacciones dispares de su jefe. Quizá sea la presión y el estrés al que está sometido. “Lo bueno es que ella bajó 10 cambios y se hace cargo del Gobierno”, sostuvo un ministro, tras escuchar su intervención.
De hecho, Cristina Kirchner dedicó parte de su discurso a una de sus grandes preocupaciones: la “economía bimonetaria”. Mencionó por primera vez el concepto en 2017, en un debate como senadora, y lo volvió a dejar por escrito en 2020, en la misma carta pública en la que se quejó por los “funcionarios que no funcionan”.
La vicepresidenta desarrolló la idea de un “Ministerio del Dólar”, una estructura que tenga bajo su paraguas todas las áreas que se vinculan con el billete verde: producción, turismo, agricultura y energía.
Para la vice, es inviable convivir con esa modalidad que es cultural: si bien las transacciones en el país son en pesos, la gente prefiere ahorrar en dólares y también los precios, como las propiedades, están en esa divisa. En un escenario de restricción de dólares, como ahora, todo se complica.
La cuestión es que Cristina Kirchner le echa la culpa de la inflación, dejando de lado en su análisis factores clave como la emisión monetaria y el déficit. Por supuesto, ella cree haber administrado con “responsabilidad” los obstáculos que presenta el bimonetarismo, pero no así Alberto Fernández.
En conversaciones recientes con distintos interlocutores ha llegado a desarrollar la idea una especie de “Ministerio del Dólar”. ¿Cómo se traduce eso? Una estructura que coordine la forma en que se reparte la divisa, y que tenga bajo su paraguas todas las áreas que se vinculan con el billete verde: producción, turismo, agricultura y energía.
La vicepresidenta está convencida además de que hay que rediscutir con el FMI, que no se va a poder cumplir con la meta y que septiembre será un mes difícil. En ese esquema, sí aceptó que se avance con la segmentación de tarifas que había diseñado Martín Guzmán. Los funcionarios de La Cámpora recibieron la instrucción de no entrometerse en ese proceso, como señal de bandera blanca. Por ahora.