sábado, octubre 5

Dos Argentinas y un peligroso duelo a garrotazos

0
225

Nota extraída de TN por Carlos Pagni

Como en aquel cuadro que pintó Goya, el país se dirime en una pelea por destruir al otro. Una guerra sin árbitro. O lo que es peor, sin justicia.

Cuando uno va al Museo del Prado, hay todo un sector del Prado que está dedicado a pinturas de Goya, que son las que Goya pintó en la última etapa de su vida para decorar la casa en la que vivía, que se llamaba Quinta el Sordo.

Una de ellas es un cuadrazo, en alguna medida porque el estilo adelanta 100 años lo que va a ser la pintura europea. Y por la escena. Son dos personas en el alba, solas, pegándose a garrotazos en un duelo. Con una peculiaridad, están enterrados hasta las rodillas. No hay árbitros, no hay padrinos, no hay testigos. El destino de uno es matar al otro, porque si no me puedo mover o me matan o lo mato.

Esa pintura fue tomada durante muchísimo tiempo como un símbolo de las dos Españas, de la Guerra Civil, de una sociedad partida en dos. Donde la imposibilidad de moverse de la posición que uno ocupa lleva a la autodestrucción, o a la destrucción del otro.

Metafóricamente estas dos Argentinas que vivimos hoy están situadas en Recoleta, en Juncal y Uruguay. En la escena un poco absurda que se está viviendo en relación con el problema de la seguridad de los vecinos de Recoleta, y con los deseos de los feligreses, de los seguidores de Cristina Kirchner, de ir a agasajarla en la puerta de su casa.

Hay una cantidad de paradojas en esa escena que tiene que ver con estas dos Argentinas que se enfrentan sin árbitro. Porque lo que hay es un problema con el rol del Estado, con el rol de la ley.

Cristina Kirchner saluda a los militantes que la esperaban en la puerta de su casa este martes. Foto: Nicolás González/TN
Cristina Kirchner saluda a los militantes que la esperaban en la puerta de su casa este martes. Foto: Nicolás González/TN

Hay manifestantes, líderes sociales –en el centro de todo Juan Grabois-, que dicen “hay que retirar las vallas porque no es posible que la Policía interrumpa el tránsito, que el Estado interrumpa el tránsito”.

La pregunta es: ¿Y si lo interrumpen piqueteros? Si toman la calle los movimientos sociales, ¿hay el mismo derecho de removerlos para liberar el tránsito que el que habría que tomarse para que sea el Estado el que no pueda cortar la calle?

El sector privado, en este caso, los movimientos sociales, los que cortan las rutas, las calles, por el motivo que sea, ¿tienen más derechos que el propio Estado de imponer su ley? De un lado es extremo.

Del otro lado, Patricia Bullrich que sale a hacer declaraciones muy controvertidas. Le pide a Larreta: “Tenés que controlar la calle, tenemos que demostrar que manejamos el poder, que a nosotros no nos corre nadie, esté bien puesta o no la valla. Porque una vez que se pone la valla tenemos que sostenerla, bancarla”.

Como si, en vez de ser la policía metropolitana, la policía del Estado, de todos, fuera la policía del PRO. Y como si estuviésemos en una especie de guerra, donde usamos los recursos del Estado que tenemos a mano.

En el medio, haciendo equilibrio como puede, Larreta. Que, por un lado, es candidato a Presidente, entonces tiene que trabajar para los que le están pidiendo rigor antikirchnerista. Pero por otro lado es alcalde, es jefe de Gobierno.

Tiene que cuidar a los no kirchneristas que viven en Recoleta, a los kirchneristas que viven en Recoleta, a Cristina, a los que no quieren a Cristina, y, por las dudas, a algún extranjero que viva por ahí y que no sabe lo que está pasando.

Dos Argentinas con poca conciencia de la ley y, muy importante esto, sin árbitro. En un momento en que donde todos cuestionan al árbitro, cuestionan a la policía, cuestionen, sobre todo, a la Justicia.