lunes, mayo 6

El costado trágico de la devaluación

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La inflación en la Argentina empuja a ciudadanos que viven en el norte a ahorrar en pesos bolivianos, moneda que no pierde poder adquisitivo. La comparación entre los países de Sudamérica.

A raíz de un episodio trágico, la muerte del docente jubilado, Alejandro Benítez, al que le dijeron “Tu plata no vale” pasamos a la historia de los argentinos que están en el norte y prefieren ahorrar en pesos bolivianos como si fueran dólares.

Es decir, la moneda nacional pierde valor y se busca el boliviano como reserva de valor. Esto tiene un trasfondo detrás que excede la anécdota y la coyuntura, que nos obliga a mirar una trayectoria más larga en el tiempo.

Si nosotros observamos el comportamiento del peso boliviano respecto del dólar, hubo una crisis y una devaluación importante en 2009, que la tuvieron todos los países de la región.

Aquí también ocurrió lo mismo. Pero desde el 2009, la paridad entre el peso boliviano y el dólar es -prácticamente- la misma. Esto quiere decir que quien tiene un peso boliviano, tiene una moneda estable respecto del dólar y no pierde poder adquisitivo.

Si miramos el mes de abril del año pasado y comparamos con abril de este año, vemos la trayectoria de inflación, que es lo que determina la degradación de la moneda. En el caso de Bolivia, la inflación fue de 1,43%. En Estados Unidos la inflación fue de 7% en todo el año pasado, en cambio, en la Argentina fue más del 60% abril contra abril.

El costado trágico de la devaluación

Entonces, estamos hablando de que hay una razón por la cual la moneda argentina deja de valer. Esa razón es la inflación que está provocada por una emisión exagerada de moneda que hace que se pierda el valor.

Vamos a una escala de tiempo más larga: podemos ver la historia latinoamericana de los últimos 30 o 60 años. Por ejemplo, en 1960, Brasil representaba el 26% de la región, hoy representa el 50%. La Argentina pasó del 38 al 15% y Bolivia, que era un 0,6%, hoy representa el 1,1% del total de Sudamérica. Prácticamente duplicó su volumen.

Nos entretenemos pensando, con razón, en los disparates del gobierno de Alberto Fernández. Nos entretenemos pensando, con razón, en lo que fue el desacierto económico del gobierno de Mauricio Macri y la falta de consistencia de determinadas políticas.

Pero si miramos la historia nos damos cuenta de que nuestra historia es de una lenta decadencia. Una decadencia en cámara lenta, de la que nos tenemos que despertar y que ya lleva 60 años.