viernes, septiembre 20

EVANGELIO DEL DÍA

0
141

EVANGELIO DEL DÍA🌾

Lucas 11,1-4

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»
Él les dijo: «Cuando oréis decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.»»

Palabra del Señor
🌾 MEDITACION DEL EVANGELIO🌾

Lc. 11, 1-4:

💫No dejar de orar.

1) Cierto lugar:

Cuán importante es el momento de oración, por eso no tenés que dejar nunca de buscar ese momento y también ese lugar, que sean totalmente tuyos. Incluso cuando vos no sientas nada o que parece que estás sentado y nada más. La oración no es tan solo un constante decir de mi parte, sino también un escuchar, y Dios habla en el silencio. Deja que actúe en tu corazón. Hay veces que nos olvidamos de esto que es tan esencial como es la oración y el mismo Jesús nos da ejemplo de ello.

2) Enséñanos:

Hay dos tipos de oración: la mental y la oral. La mental es que en tu mente dirijas conversaciones con Jesús y si te cuesta puedes hacer repetición de jaculatorias, algo corto como “en vos confío” o “todo tuyo” y repetirlo varias veces. Otro elemento es la oral: donde hablo o escribo lo que siento y vivo, para que Jesús me escuche. El rezar no es lo mismo que orar, ya que orar es hablar con Dios con tus propias palabras, mientras que el rezar es repetir oraciones ya formuladas por la Iglesia. El orar es cuando estás con el wifi con Dios súper bien y sale de vos todo. El rezar es cuando estás en esa sequedad interior que no te dan ganas de nada, es allí cuando usamos el rezar y siempre sugiero que tengas una oración de algún santo o de la misma Iglesia que identifique lo que te pasa. Te comparto mi oración, que la hizo Charles de Foucault, la cual hago cuando no tengo ganas de orar.

3) La oración que es mi rezo en sequedad:

Padre mío,
me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre.
Amén.
Algo bueno está por llegar