Se escondió para evitar luchar en la Guerra Civil española, pero cuando surgió el nazismo decidió convertirse en espía para Gran Bretaña. Con una sorprendente estrategia pudo infiltrarse en los servicios alemanes y tuvo un rol importante en el Día D.

Este jueves se cumple el 80º aniversario del desembarco de Normandía, la gesta militar que marcó el principio del fin de la ocupación nazi de Europa, aunque aún quedaban por delante meses de intensos y sangrientos combates antes de la victoria sobre el régimen de Hitler. En lo que fue la mayor operación naval de la historia por el número de buques desplegados y de tropas participantes, un agente doble español tuvo un papel clave. Se trataba de Joan Pujol García, alias Garbo, que engañó a los nazis y les filtró información falsa sobre un desembarco aliado en Calais, que debilitó las defensas del Muro Atlántico en las playas normandas antes del Día D.

Pujol nació en 1912 en Barcelona y nada parecía destinarlo al papel de espía. Estudió avicultura y manejó sin mucho éxito una granja de gallinas. Cuando estalló la Guerra Civil española, se ocultó en un departamento para no tener que luchar contra las tropas franquistas. Cuando finalmente lo mandaron al frente aragonés, fingió tener neumonía para no combatir.

Tras la guerra, en la que nunca pegó un tiro, se casó con Araceli González, con la que tuvo un hijo. Sin embargo, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Pujol decidió convertirse en espía británico para luchar contra Adolf Hitler y los nazis.

Los servicios secretos británicos tomaron con escepticismo su propuesta, y para convencerlos, Pujol decidió entonces labrarse un nombre como agente alemán primero, según recordó la revista National Geographic. Se presentó en la embajada alemana en Madrid y les ofreció sus servicios. Un agente de la Abwehr (servicio de inteligencia) alemana llamado “Federico” le pidió alguna prueba de sus habilidades y Pujol se fue a recorrer los cabarets y bares de Lisboa, en Portugal, en busca de información.

Su encuentro con un empresario llamado Jaime Souza, que contaba con un visado diplomático para viajar a México, le dio esa oportunidad. Pujol se ganó la confianza de Souza, que lo dejó fotografiar su visado. Con esta imagen y la ayuda de un grabador, el barcelonés se fabricó una infinidad de documentos falsos. La artimaña convenció a los servicios alemanes que le dieron tres mil dólares y claves de radio secretas para que estableciera una red de espías en Inglaterra.

Desde Lisboa, Pujol creó una red imaginaria de veintisiete agentes secretos con la que daba a los nazis una serie de informaciones falsas, con nombres y mapas que sacaba de una guía turística. Para evitar ser descubierto, cada tanto mezclaba en sus relatos algún hecho real que sacaba de marineros y diplomáticos británicos, aunque la información verdadera siempre llegaba demasiado tarde como para que los nazis pudieran hacer algo.

Uno de estos mensajes relativo a un convoy que había salido de Liverpool en dirección a Malta llamó finalmente la atención de los británicos, quienes se reunieron con Pujol y le ofrecieron llevarlo a Londres, tras trasladarlo en secreto a Gibraltar.

En el Reino Unido, el nuevo agente, llamado en clave Garbo, siguió con su tarea de desinformación. La principal: le dio a los nazis data sobre un falso desembarco en Calais para desviar la atención alemana de las playas de Normandía. Pujol les aseguró así de la inminencia del desembarco en Calais de un ejército fantasma de 150.000 soldados al mando de Patton que esperaba en Dover.

Los nazis le creyeron la mentira a tal punto que aún tras el desembarco, concentraron a dos divisiones acorazadas y diecinueve de infantería en Calais en vez de contraatacar la cabeza de puente conseguida por los aliados, lo que salvó miles de vidas.

Con esta trampa, el espía español contribuyó al éxito de la campaña de Normandía, y a la caída de la Alemania nazi. Los alemanes nunca se dieron cuenta de que era un agente doble y Pujol fue hasta condecorado por Hitler con la cruz de hierro por sus servicios. En noviembre de 1944 recibió la orden del mérito británica y se convirtió así en el único soldado de la guerra en recibir medallas de ambos bandos.

f: TN