martes, octubre 8

La Scaloneta mejoró el humor social, pero el gobierno no puede capitalizarlo políticamente

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Nota extraída de TN por Diego Dillenberger

Las encuestas están mostrando un impacto muy positivo en el estado de ánimo de los argentinos por la consagración de la Selección. Pero la imagen del gobierno no mejora.

Tristeza não tem fim, felicidade sim”, dice la vieja bossa nova de Jobim y Vinicius. La felicidad en la Argentina ganadora del Mundial de fútbol de Qatar está durando poco, especialmente para el gobierno del presidente Alberto Fernández. Los asesores presidenciales se dieron cuenta esta semana de que era un espejismo la ilusión de que Doha fuera una suerte de oasis en este desierto que es la pobre relación del gobierno nacional con el humor social de los argentinos.

La esperanza del Presidente era que, si a la Selección le terminaba yendo bien, el gobierno podría llegar más tranquilo a marzo, cuando lentamente empezaran a entrar dólares de las exportaciones de soja al Banco Central.

Así, algo más armado económicamente y con los argentinos contentos por el triunfo de la Scaloneta, el peronismo podría encarar mejor un año electoral que pinta como el más negro de la historia del movimiento que fundó Juan Domingo Perón hace 70 años.

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Qué dicen las encuestas

Según un panel de 45 encuestadores y consultores políticos encuestados por la revista Imagen, la alegría por el triunfo futbolístico no pasaría de fin de año: apenas el 15 por ciento cree que la tregua del gobierno con la opinión pública podría llegar hasta el ansiado marzo, y casi ninguno vaticina que aguante hasta las elecciones. El 80 por ciento considera que después de las Fiestas, la carroza triunfal se vuelve a convertir en calabaza.

La Scaloneta mejoró el humor social, pero el gobierno no puede capitalizarlo políticamente

Igual de drásticos son los encuestadores y consultores políticos con las posibilidades del gobierno de capitalizar políticamente el triunfo argentino en Qatar: tres de cada cuatro consultores cree que Alberto Fernández no tiene posibilidades de aprovechar políticamente el tercer triunfo mundial argentino.

El Presidente se volvió a equivocar desde el momento en que decretó el feriado nacional. Sin la planificación adecuada para la fiesta de cinco millones de argentinos, volvió a exhibir las serias dificultades que tienen sus equipos para gestionar, como lo puso de manifiesto hace dos años en el fallido velorio de Diego Maradona.

En lugar de aprovechar el espíritu de equipo que puso de manifiesto la Scaloneta, admirada sin grietas por los argentinos, en todo momento intentó Alberto Fernández operar por todas las vías para convencer al presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, de que el micro con los jugadores fuera a la Casa Rosada para acapararlos y pegarse al triunfo.

Su idea era, desde el primer momento, sacarse la foto con ellos, como lo hicieran el dictador Videla, en 1978, y el demócrata Raúl Alfonsin, en 1986.

¿Habrá querido enmendar Alberto Fernández su apuesta fallida a no aceptar la invitación de su colega francés, Emmanuel Macron, a disfrutar el partido juntos? ¿No le tuvo fe a la Selección, después de que el kirchnerismo se encargara de difundir que el expresidente Mauricio Macri era “mufa” luego de la inesperada derrota inicial de la Scaloneta ante Arabia Saudita? ¿Temía que, si ganaba Francia, lo acusaran a él de pájaro de mal agüero?

Ahí nadie le hubiese privado de saludar a los jugadores uno por uno, como sí pudo su par francés con los “bleus”.

Pero de tanto querer ir por todo, finalmente el presidente agrió la mayor fiesta popular de la historia argentina: los desmanes en el centro porteño y los lesionados fueron milagrosamente pocos, pese a las falencias de organización.

La Scaloneta mejoró el humor social, pero el gobierno no puede capitalizarlo políticamente

¿En cambio no hubiese podido recuperar Alberto Fernández algo de ese astronómico salto de imagen que tuvo durante los primeros días de la pandemia, cuando se lo veía reunido con “mi amigo Horacio”, el alcalde porteño Rodríguez Larreta, y con el gobernador bonaerense Axel Kicillof? ¿No habría mejorado su mala imagen si, desde el vamos, aclaraba el Presidente que solo pretendía coordinar con la Ciudad y la Provincia un esquema conjunto de seguridad para que la Scaloneta pudiese desfilar por la autopista, las avenidas 9 de Julio, Libertador y Figueroa Alcorta con un carril libre, sin intenciones ocultas de llevarlos a como diera lugar a la casa de Gobierno?

Imagen negativa

Carlos Fara, uno de los encuestadores consultados, estuvo la semana pasada haciendo focus groups (encuestas cualitativas en profundidad con pequeños grupos representativos) en el interior del país. Llegó a la conclusión de que es totalmente vana la ilusión de que la alegría por el triunfo de la Selección ayude al gobierno a mejorar su imagen. “La imagen del gobierno y de Cristina Kirchner siguen siendo malas; y por más que la gente esté contenta con el triunfo argentino, la sociedad quiere un cambio y no mezcla la alegría por el fútbol con el malhumor con el gobierno”, señala el encuestador.

Federico Gónzalez, por su parte, hizo una encuesta on line para detectar esos sentimientos de alegría por el triunfo argentino en Qatar. Nada menos que para el 48 por ciento de los encuestados, es “la mayor alegría de mi vida” o “una de las mayores alegrías de mi vida”. El 52 por ciento restante varía entre “una entre tantas alegrías”, “un episodio más” o “algo intrascendente”. Apenas el 1,1 por ciento eligió esta última opción.

La Scaloneta mejoró el humor social, pero el gobierno no puede capitalizarlo políticamente

Pero González, que es psicólogo, es de los que cree que, pese a la “felicidad” que midió su encuesta sacada del horno bien fresquita después de los festejos del martes, a fin de mes el estado de ánimo vuelve al punto inicial de mal humor colectivo que caracteriza a los argentinos. Sus encuestas y las de todos sus colegas muestran un humor social negativo superior al 80 por ciento: un dato que no se repite ni por asomo en ninguna otra geografía del planeta. Ni siquiera en la Ucrania invadida por Rusia, según encuestas de hace apenas dos meses.

González cree que el gobierno de Alberto Fernández no podrá capitalizar en nada los goles de Messi. El encuestador también es escéptico con respecto a otra esperanza que dejó el triunfo futbolístico de un país que en lo económico está “para atrás” desde hace demasiadas décadas: ¿el espíritu de la Scaloneta podrá desafiar a toda la política en el año electoral a “ponerse las pilas” y tratar de estar a la altura en cuanto a qué propuestas ofrecerles a los argentinos para que el país cambie su rumbo de decadencia?

El analista político González sostiene que eso sería pedirle demasiado a la política argentina. Sus colegas están más divididos en cuanto a la pregunta de si el ejemplo de los hombres dirigidos por Lionel Scaloni contagiará a nuestros políticos en cuanto a su espíritu de equipo, trabajo, disciplina y entrega por la gloria del país: el 53 por ciento está de acuerdo o parcialmente de acuerdo con la idea de que “el éxito de la Scaloneta desafiará a toda la política a ofrecerle en las elecciones más respuestas y propuestas a la ciudadanía”. El 40 por ciento está convencido de que eso no es posible.

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Esta semana, el desafío frontal del gobierno y los gobernadores peronistas al fallo de la Corte Suprema, que ordena devolverle a la ciudad de Buenos Aires la parte de coparticipación que el Presidente decidió arbitrariamente quitarle en 2020 para dárselos al gobernador Axel Kicillof, devolvió a los argentinos violentamente a la realidad política.

También los piqueteros rompieron la breve tregua que ofrecieron, con un nuevo piquete cortando la avenida 9 de julio, esa calle por la que el martes no logró transitar la Scaloneta por la falta de planificación y diálogo. Pero, eso sí: matizaron el piquete, mientras los automovilistas enloquecían, jugando un “mundial” de fútbol “contra el hambre y la pobreza” en plena avenida: Tristeza não tem fim.