lunes, septiembre 9

Otro escándalo con narcopolicías pone a prueba al nuevo jefe de policía

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Tres policías de un grupo especial, creado para combatir el narcotráfico, fueron descubiertos con 420 kilos en un móvil policial en Aguaray. El procedimiento estuvo a cargo de los “primos” de Gendarmería Nacional. Hubo Tiroteos y un fugado.

La jornada de ayer no fue nada favorable para la Policía de Salta y, por ende, tampoco para su flamante titular, el comisario general Diego Antonio Bustos, quien, a menos de un mes de asumir el mando, enfrenta su primera crisis, tal vez la que menos imaginaba, pues se trata de los suyos.

De tres efectivos que fueron interceptados muy temprano en la mañana, cuando se movilizaban en un vehículo oficial de la policía por la ruta 34, a la altura del kilómetro 1446, en la localidad de Aguaray, procedentes de Salvador Mazza y en dirección al sur de la provincia.

En el camino, el móvil policial, el N°1843, se detuvo en el puesto de sus “primos” de verde. Una patrulla de gendarmes del Escuadrón 54 lo esperaban, pues habían recibido la alerta de una voz anónima, la que marcó el vehículo y, sobre todo, la carga que llevaba.

Cuando fueron detenidos, dos de los tres policías que iban en la cabina, todos con el uniforme de la unidad del Grupo de Intervención Conjunta, que opera en la zona de frontera para combatir el narcotráfico. El de mayor rango, tanto en la fuerza como en la organización narcocriminal, se quedó sentado, los otros dos, bajaron para hablar con los gendarmes.

Pensaron que intercambiarían algunas palabras y que luego el viaje seguía, pero nada de eso sucedió, pues lo gendarmes le pidieron revisar lo que llevaban en la caja de la camioneta policial, algo que puso nervioso a los efectivos, lo que no hizo más que confirmar la alerta recibida por la Gendarmería.

El tercer policía, al ver que la situación se ponía complicada, salió de la cabina y emprendió la fuga a los tiros, lo que provocó la inmediata detención de los otros dos policías y un cruce con el fugado, quien logró internarse y desaparecer en el monte.

Al abrir la caja del móvil, en tanto, los gendarmes encontraron cuatro cajas con ocho bolsas de arpilleras, en cuyo interior habían alrededor de 400 “ladrillos” de cocaína, cuyo peso ascendió a 420 kilos de esa droga, lo que representa una suma millonaria.

Mafia interna

La noticia corrió como reguero de pólvora, pues los detenidos no era transportistas comunes, sino integrantes de una fuerza que, entre sus funciones, está la de luchar contra los narcotraficantes y no convertirse en uno más de ellos, y peor aún, poner a disposición de estas organizaciones los vehículos de la policía.

Los dos detenidos son un oficial y un agente, quienes serán imputados hoy por la mañana en el juzgado federal de Garantías de Orán, bajo la dirección del juez Gustavo Montoya, con intervención del fiscal federal de Tartagal, Marcos Romero.

Dado el número de personas que intervinieron en el transporte, el delito que podrían caerles sería el de transporte de estupefacientes doblemente agravado, por un lado, por la cantidad de intervinientes y, por el otro, por la función que ostentan los detenidos.

Mientras se busca al tercer polinarco, que podría haber cruzado la frontera hacia Bolivia, ahora el jefe de policía deberá tomar el toro por las astas y hacer un buen lavaje interno en la fuerza, en especial, en la zona de frontera y dentro de los grupos especiales, por lo general, los más vulnerables a la corrupción generada por las organizaciones narcocriminales.

Entre otras conjeturas que se barajaban anoche, cobró fuerza la hipótesis de que los tres policías implicados en este transporte serían protegidos de un ex jefe de esa fuerza, de mucho peso, que habría sido relevado en el último recambio de autoridades policiales.

Como sea, el asunto no se presenta sencillo, tanto para el nuevo jefe de la policía, como tampoco para el ministro de Seguridad, Marcelo Domínguez.