miércoles, mayo 8

Política económica: traje a medida de las presiones

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Nota extraída de La Nación por Juan Carlos de Pablo

Si las decisiones no obedecen a un elemental concepto de congruencia, sino a las influencias, como consecuencia de la cada día más preocupante debilidad del oficialismo, entonces la clave de la supervivencia de los integrantes del sector privado está en posicionarse correctamente

Por impulso de Sergio Massa, y con el beneplácito de algunos dirigentes sindicales, el Gobierno aumentó la cifra a partir de la cual los asalariados en relación de dependencia pagarán impuesto a las ganancias; por temor a una explosión social, las tarifas aumentan en promedio 20% en un país con tasa de inflación interanual de 60% y creciente, y para evitar medidas de fuerza del campo, los productores agropecuarios no verán aumentadas las retenciones que abonan cada vez que exportan.

Por comodidad, seguimos hablando de política económica, pero no hay que ser genio de la oferta y la demanda, para advertir que, aquí y ahora, las decisiones públicas responden a la picardía de algunos funcionarios y a las presiones de algunos integrantes del sector privado.

Esto último es lógico: si las decisiones no obedecen a un elemental concepto de congruencia, sino a las presiones, como consecuencia de la cada día más preocupante debilidad del oficialismo, entonces la clave de la supervivencia de los integrantes del sector privado está en posicionarse correctamente. ¿Por qué subimos a los aviones de manera “civilizada”? Porque tenemos asignados los asientos. Elimine este dato de las tarjetas de embarque y verá lo que pasa. Y más, si alguien pretende subir al avión sin la correspondiente tarjeta.

Esto es obvio en la demanda de dólares que vende el Banco Central. Cuando los fabricantes de autos avisaron que si no consiguen divisas tendrán que frenar la producción, como esto no aumentó la oferta de dólares, si el BCRA cedió a la presión “alguien” se quedó sin conseguir divisas.

Martín Guzmán tiene el cargo de ministro de Economía, pero no ejerce la función. De hecho, como sugieren los ejemplos que mencioné, aquí y ahora nadie la ejerce. A raíz de esto, algunos apresurados pronostican todo tipo de calamidades: hiperinflación, estallidos sociales, etc. No tengo cómo saberlo, pero indico que si -Dios no lo permita- alguna de ellas llega a ocurrir, la capacidad de reacción de las autoridades será muy limitada.

Esto, naturalmente, nos acongoja a todos. Porque nos levantamos todos los días a pelearla, mientras apreciamos los esfuerzos para tironear la manta corta, prestándole permanente atención a los medios de comunicación; no sea cosa que nuestro negocio repunta, pero no por una mejora en la situación económica, sino porque los demandantes saben algo que nosotros todavía ignoramos.