miércoles, mayo 8

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Humor político,nota extraída de Clarín porAlejandro Borensztein

No vale la pena amargarse más, pero si hay que cuidarse de los Pelotudos del Coronavirus que deambulan por la Casa Rosada. Así tendremos un 2021 mejor, a pesar de ellos. De nosotros depende.

Antes que nada, vaya una aclaración para las nuevas generaciones que disfrutan y se apasionan con la política.

En el show que hace unos días ofrecieron en el Estadio Único de La Plata los Cinco Grandes (Massa, Máximo, Alberto, Cristina y Axel) bajo la consigna “Hotesur Live Aid”, la Vicepresidenta destacó con orgullo que Kicillof hizo una gestión tan buena durante su presidencia que, gracias a eso, logró transformarse en el primer ministro de Economía de la historia argentina en llegar a ser Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. El comentario fue festejado desde el escenario con aplausos y gestos de aprobación por parte de los Cinco Grandes del Buen Humor.

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Máximo, Cristina, Axel, Massa y Alberto. Los cinco juntos en el escenario del estadio Único de La Plata.

Sin embargo, como todo el mundo sabe, el histórico dirigente peronista Don Antonio Cafiero fue ministro de Economía del gobierno de Isabel Perón en 1975 (ya lo había sido también de Perón en Comercio Exterior, entre 1952 y 1955) y luego, en 1987, fue electo gobernador de la Provincia de Buenos Aires tras derrotar al radical Juan Manuel Casella en aquella inolvidable elección que anticipó el retorno al poder del peronismo y que, dos años más tarde, concretaría Carlos Saúl Menem. Son datos básicos que cualquier dirigente o militante peronista, más o menos serio, sabe de memoria.

Santiago Cafiero, el nieto de de Antonio, el primer ministro de Economía que llegó a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Foto:Mauricio Nievas

Santiago Cafiero, el nieto de de Antonio, el primer ministro de Economía que llegó a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Foto:Mauricio Nievas

Esto demuestra, una vez más, que juntando a estos cinco personajes que estaban en el escenario no hacemos un sólo peronista como la gente. Simplemente, son personas que se hacen pasar por peronistas (“para sacar alguna ventaja”, diría Borges) y encima saben demasiado poco de política y de todo en general, como lo demuestra el nivel de prosperidad que lograron para el país en los últimos 20 años.

La pregunta sobre este episodio es: ¿Por qué también aplaudía en primera fila el nieto de Cafiero, Santiago? La respuesta explica mucho de la situación política actual: aplaude porque está obligado a hacerlo. Así de simple.

Detalle al margen: Máximo ya está exigiendo que los intendentes del conurbano lo designen presidente del PJ bonaerense y todavía este muchacho no sabe ni la letra de la marchita. Evidentemente mucho menos sabe quien fue Antonio Cafiero ni cual fue su rol en la historia del peronismo y del país. Y ni hablar de políticas fiscales, modelos productivos o estrategias energéticas, por nombrar algunos temas menores. Sugiero un intensivo curso de verano para herederos monárquicos, antes de que la Casa Real Kirchner siga haciendo papelones.

Acá nos quedan dos opciones: o nos indignamos y nos deprimimos al comprobar una vez más que estamos dirigidos por unos audaces chapuceros o nos aflojamos, ablandamos nuestro corazón y aceptamos que esto es lo que hay y que, con esta divertida batucada de impostores, habrá que intentar hacer un país mejor.

Propongo que elijamos la segunda opción, más acorde al espíritu navideño. Al fin y al cabo, todos queremos reencontrarnos, recuperar una vida más normal y volver a estar juntos en ese tan anhelado abrazo familiar que buscamos a las 00:00 horas de la Nochebuena y del Año Nuevo. Salvo la Navidad de Parrilli que se festeja a las 23:00 o 23:15 hs porque a las 00:00 hs tiene que estar en la casa de los Kirchner haciendo de Papa Noel. Dios no permita que el año que viene, el que haga de Papa Noel, sea el Presidente Fernández.

En esa misma línea, también sugiero aflojar las tensiones con el tema de la vacuna rusa. Estamos en pandemia, no hay tiempo que perder y este gobierno no va a conseguir ninguna otra vacuna así que aceptemos esta, no preguntemos más nada, no pidamos más fases, pongamos los bracitos y a otra cosa.

Pasemos también por alto el espamento propagandístico que hicieron con el heroísmo del viaje, las promesas de las distintas vacunas y todo esa payasada. El día que Pfizer o AstraZeneca saquen una vacuna contra el fascismo se la aplicaremos al kirchnerismo y terminaremos con este problemita, incluido Insfrán, Zamora, los aprietes contra la Justicia, contra los medios y todo ese viejo repertorio en blanco y negro que tanto nos entretiene.

Comentario al margen: si con “la partida” hicieron el exagerado festejo malvinero que todos vimos, no quiero ni pensar lo que van a festejar cuando aparezca “el retorno”.

Por eso amigo lector, aflojemos la tensión que hace mal a las arterias y busquemos un espacio de paz y reflexión. Lo mismo deberían hacer los funcionarios del gobierno. Más hablan sin pensar, más la embarran. Y cada cosa que dicen tiene consecuencias.

Imaginemos a un empresario de la salud, José Tomógrafo, que estaba viendo en vivo el Hotesur Live Aid en La Plata, en el preciso momento en que Cristina salió desencajada gritando que “¡¡en cuanto termine la pandemia vamos a cambiar todo el sistema de salud!!… porque la Ciudad de Buenos Aires y los ricos y los helechos y los medios concentrados y la Corte y la sarasarasa!!!…”. Lo primero que pensó Pepe Tomógrafo fue “vos seguí gritando todo lo que quieras que yo no te invierto un sope más en mi puta vida”.

Ante estas cosas, nada de lo que haga o diga Tío Alberto, o su ministro Guzmán, alcanzará para revertir lo que el mundo ya ha comprendido de manera inexorable y definitiva: el kirchnerismo es hostil con el capitalismo y con Occidente. Y de ahí no se vuelve.

En estas condiciones es muy difícil que alguna vez entre un mango a la Argentina, salvo para hacer un negocio muy rápido o sospechosamente protegido. Como ya fue escrito acá, cuando son gobierno porque son gobierno, y cuando no son gobierno porque en cualquier momento vuelven a serlo. El costo de la desconfianza es carísimo.

Algo muy mal habrá hecho el gobierno del Gato para que hayamos vuelto al mismo punto de partida. ¿Vale la pena amargarse? De ninguna manera. Hoy más que nunca, basta la salud.

Amigo lector, ahora lo único importante es superar la pandemia, tratar de evitar la estampida de casos que se avecina y, sobre todo, cuidarnos de los Pelotudos.

Se lo dije desde el primer día. El problema no era el Coronavirus. El problema era lidiar con los Pelotudos en medio del Coronavirus. Hay demasiados. Y están por todos lados.

Al principio, los Pelotudos parecían ser los que usan el barbijo por el ombligo o los que te respiran encima o los que se te acercan para no desperdiciar una sola gotita de virus o los que te hablan bien fuerte para que las coronitas atraviesen cómodamente los barbijos o los que te pasan rozando en lugar de esquivarte.

Con el tiempo entendimos que todos esos Pelotudos son simples inocentes que nunca comprendieron como funciona el virus porque los verdaderos Pelotudos son los que deambulan por la Casa Rosada sin que jamás se les haya ocurrido lanzar una gran campaña nacional de educación y prevención para que todos entendamos el problema y aprendamos a convivir con él. Se ve que no les pareció importante. O estaban demasiado ocupados viendo como hacen zafar de los problemitas legales a una que yo se.

Alberto Fernández y Hugo Moyano se reunieron en Olivos, en plena pandemia, sin respetar el distanciamiento social.

Alberto Fernández y Hugo Moyano se reunieron en Olivos, en plena pandemia, sin respetar el distanciamiento social.

Hoy sospechamos que tal vez los Pelotudos del año somos todos nosotros, los que enterramos a nuestros muertos en la inmensa soledad de un cementerio cerrado con candados mientras el Presidente se sacaba fotos morfando asadito, abrazado con Moyano y sus familias. Imagen emblemática e imborrable de este tiempo.

¿Tendremos un 2021 mejor? Seguramente si, pero no será gracias al gobierno sino a pesar de ellos. De nosotros depende.

Cuidémonos, amigos y amigas. Estamos más solos que nunca, pero aguantando con el corazón apretado en un puño, besando la camiseta y mirando al cielo.

Lo mejor para usted, amigo lector. Felices fiestas.

Fin de temporada.