Se desplomó el consumo de comida y medicamentos

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El consumo de alimentos y medicamentos se desplomó, registrando la mayor caída desde 2001

El consumo masivo en Argentina sufrió en julio su peor derrumbe desde 2001, superando incluso los índices negativos observados durante la gestión de Cambiemos. Según datos de la consultora Scentia, el consumo cayó un 16,1%, marcando la mayor baja en los últimos tres años.

Este descenso se refleja también en el índice de ventas minoristas elaborado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), que reportó una caída interanual del 15,7% en julio. Rubros como perfumería, alimentos y bebidas, y farmacia experimentaron bajas significativas del 32,6%, 20,9% y 26,4%, respectivamente.

«Estamos hablando de comida, productos de cuidado personal y medicamentos. Esto significa que la gente come menos y cuida menos su salud porque el dinero no alcanza», destacó un empresario de un laboratorio importante, quien subrayó una caída del 14% en la venta de medicamentos recetados. «Esto no alcanza para la medicación crónica, que en muchos casos está directamente relacionada con el riesgo de vida. Es un drama», agregó.

En el sector supermercadista, el foco está puesto en evitar que las ventas sigan cayendo, recurriendo a diversas estrategias. La competencia por ofrecer descuentos es evidente. Este viernes, una de las billeteras virtuales más populares ofreció un 25% de descuento sin tope en una de las cadenas de supermercados más concurridas, acumulable con otros descuentos.

«Las sucursales están repletas. Es caótico. Lo más triste es que el ticket promedio está por debajo de los $20.000, y muchos clientes se llevan solo 3 o 4 productos. Se matan por un ahorro de $3.000 o $4.000 pesos», comentó un gerente de la cadena.

El problema se agrava porque las empresas se están quedando sin margen de maniobra. Aunque se ha agotado el sobrestock en medio de la incertidumbre electoral, la demanda sigue siendo insuficiente para aumentar la capacidad productiva de las fábricas, que, según datos del INDEC, operaron al 54,5% de su capacidad en julio, en comparación con el 68,6% del año pasado.

«No resulta rentable encender las máquinas ni contratar personal. El stock se está agotando porque los productos están venciendo», señalaron desde una pyme que fabrica productos orgánicos.

Este descenso en el consumo no solo afecta a nivel microeconómico, sino que tiene un impacto considerable en la macroeconomía, dado que el consumo privado es el principal componente de la demanda global, representando el 64,3% del PIB en el año base. La caída en el consumo, por lo tanto, compromete seriamente el crecimiento económico del país.