jueves, mayo 2

El ascenso de Milei enciende las alarmas en la Iglesia y dificulta la visita del Papa Francisco al país

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Nota extraída de TN por Sergio Rubín

Si en sus recientes declaraciones a medios locales el Sumo Pontífice pareció fortalecer la posibilidad de que tras las elecciones visitaría finalmente la Argentina, un eventual triunfo del candidato libertario la reduciría a cero.

Los penosos dimes y diretes en el oficialismo y en la principal oposición se exhibieron con toda elocuencia en los últimos días. La semana comenzó con una decisión de Horacio Rodríguez Larreta sobre el método de votación en las PASO que enfureció a buena parte de los demás líderes del PRO y desató una pelea a cielo abierto en vez de haber sido una cuestión dirimida entre cuatro paredes. No fue, ciertamente, el mejor ejemplo de una fuerza política que se reivindica como superada en materia de prácticas políticas.

Pero el papelón de la oposición no dominó todo el escenario nacional. La coalición oficialista, prontamente, se ocupó de hacer su “aporte”. En un contexto de muchísima pobreza, asfixiante inflación y extendida inseguridad organizaron un acto frente al Palacio de los Tribunales contra la “mafia” judicial y en protesta por la supuesta proscripción de Cristina Kirchner. Acto que tuvo como principal orador a Axel Kicillof, el gobernador de la provincia que más padece la crisis económica y -junto con Santa Fe- el delito.

Como si eso no alcanzara, el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, advirtió que si gana la oposición “las calles (estarían) regadas de sangre y de muertos” por “la represión”. Lo justificó señalando que los opositores “dicen que van a dinamitar todo”. Poco después se conoció el exuberante índice de inflación de marzo (7,7)y la vocera presidencial lo adjudicó a la guerra en Ucrania y a la sequía, mientras que el secretario de Comercio a los comercios de cercanía por incumplir los acuerdos de precios.

En la Argentina, quien recoge la bronca y la desesperanza es sobre todo Javier Milei. (Foto: Instagram / @javiermilei)
En la Argentina, quien recoge la bronca y la desesperanza es sobre todo Javier Milei. (Foto: Instagram / @javiermilei)

Es obvio que todos estos sainetes no contribuyen a generar esperanza en nuestros políticos. La comisión de Pastoral Social de la arquidiócesis de Córdoba lo acaba de apuntar: “Como revelan varios sondeos de opinión pública, son cada vez más las personas que creen que una gran cantidad de dirigentes sociales y políticos no está pensando en el bien común de los ciudadanos, y que sus agendas y objetivos no están en consonancia con la realidad de la gente”, afirmó en una declaración.

También es evidente que este descreimiento en nuestros dirigentes se acrecienta en el contexto del grave deterioro en el que se encuentra el país. Peor aún: destruye la esperanza. “La desilusión y la desesperanza nos desaniman cuando vemos que pasan los años y advertimos con tristeza que cada vez estamos peor”, dice la Pastoral Social. “Prueba de ello es que abundan recetas, discursos y soluciones, pero la situación en la Argentina sigue empeorando”, señala.

Recientemente, el Papa Francisco apeló a un antecedente histórico extremo para alertar hasta dónde puede llegar el desencanto de la gente en la política y el no ver una salida. Trajo a colación el libro “Síndrome 1933″, de Siegmund Ginzberg, en el que el autor describe la situación que había en Alemania al final de la República de Weimar, cuando el país estaba sumido en una profunda crisis y (sus dirigentes) no encontraban quién llevara adelante las cosas”.

“Fue Von Papen el responsable de presentar un político que hablaba lindo y que sedujo a la gente”, contó siguiendo con la cita. ”Se llamaba Adolfo (Hitler) y todo el mundo dijo ‘bueno probemos con este, que nadie lo conoce; no conocemos sus raíces y su condición’. Entonces votaron a Adolfito y así terminamos”, completó para explicar el ascenso del nazismo. Porque -vale recordarlo- Hitler llegó al poder por el voto popular.

Sin llegar a estos extremos, hay ejemplos recientes de hastío de la población expresados en elecciones de las que surgieron figuras muy controvertidas como Donald Trump en los Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil, por derecha, que al menos tuvieron una salida electoral; o Hugo Chávez y Daniel Ortega, por izquierda, donde la sociedad quedó atrapada, sin saber cuándo saldrá de la trampa en la que cayó.

Hay ejemplos recientes del hastío de la población expresado en elecciones de figuras controvertidas como Donald Trump y Jair Bolsonaro. (Foto: Reuters/Tom Brenner).
Hay ejemplos recientes del hastío de la población expresado en elecciones de figuras controvertidas como Donald Trump y Jair Bolsonaro. (Foto: Reuters/Tom Brenner).

En la Argentina, quien recoge la bronca y la desesperanza es sobre todo Javier Milei. Aunque las adhesiones que logra tuvieron subas y bajas, constituye un fenómeno electoral, al punto que hay encuestadores que ya están hablando de un electorado dividido en tres tercios: Frente de Todos, Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza. Macri incluso pronosticó esta semana que Milei entrará en el balotaje.

Lo que atrapa a muchos de Milei -más allá de su discurso económico ultraliberal y su improbable viabilidad- es su arremetida contra lo que denomina “la casta” política. Y que, en el fondo, termina siendo un discurso anti política en línea con el creciente desencanto sobre todo de muchos jóvenes, según las encuestas, no ya con los políticos, sino -lo que es mucho más preocupante- con la política.

La Iglesia sigue con preocupación el fenómeno Milei por muchos motivos. Pero centralmente porque cree que la salida de las crisis siempre es a través de la buena política que implica diálogo y búsqueda de consensos -la contracara del mesianismo del libertario- y una economía con tres patas: el Estado -como regulador-, el capital y el trabajo, como lo proclama la Doctrina Social de la Iglesia.

Para colmo, Milei no se privó, ya no de criticar a Francisco, sino directamente de insultarlo porque, palabras más, palabras menos, considera que tiene ideas comunistas. Si en sus recientes declaraciones a medios argentinos el Papa pareció fortalecer la posibilidad de que tras las elecciones visitaría finalmente la Argentina, un eventual triunfo de Milei acaso la reduciría a cero.