El plan Perdurar solo implica reforzar las dosis de la misma receta

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Nota extraída de El Cronista por Hernán de Goñi

La tregua entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner solo permite esperar más de lo mismo.

Si hay un dato que dejó a la vista la renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura del bloque oficialista en la Cámara de Diputados, es que en el Frente de Todos acordar con el FMI nunca fue una solución «inevitable». Por el contrario, demostró que el debate interno tenía extremos bastante opuestos. En su comunicado de despedida, el hijo de la Vicepresidenta manifestó que nunca compartió la estrategia económica de Martín Guzmán ni los resultados del entendimiento, por el que responsabilizó a Alberto Fernández y a su círculo más cercano.

El Presidente, antes de regresar a la Argentina, reconoció en una conferencia de prensa virtual que no cuenta con todo el respaldo del FdT, pero señaló que a su entender tendrá el acompañamiento mayoritario de sus legisladores en el Congreso. Lograr ese objetivo fue uno de los puntos que conversó con Cristina Kirchner, quien evitó cualquier aparición pública durante los días en los que estuvo a cargo del Poder Ejecutivo. El diálogo se dio mientras el primer mandatario estaba en Beijing, y habilitó una suerte de tregua o entendimiento interno que tejieron Eduardo Wado de Pedro y Juan Zabaleta, como adelantó El Cronista en su edición del lunes.

El Gobierno no solo tiene un margen de acción limitado por sus diferencias internas. Tampoco tiene vocación de cambiar de estrategia. Para conseguir más dólares, apelará a los organismos multilaterales y a ampliar el swap con China (incluso llegando a ejecutar el canje de yuanes por dólares). Y potenciará sus rezos para que más allá del clima, el precio de las materias primas compense las pérdidas que generará la sequía.

Para el Gobierno, el subsidio a la tarifa de los colectivos no es solo económico sino también político

Dentro de lo que Carlos Melconian llama el Plan Perdurar, el Ejecutivo sumó un nuevo capítulo de una receta recurrente: exprimir financieramente a la Ciudad de Buenos Aires, que además está gobernada por uno de los principales referentes de la oposición.

Ante la necesidad de que los números fiscales muestren un sendero que avance gradualmente al equilibrio, la Secretaría de Transporte remarcó que la intención del gobierno nacional es completar el traspaso de las líneas de colectivos, con una doble intención: o bien la Ciudad se hace cargo de los subsidios, o asume el costo de aumentar el precio del boleto.

El Poder Ejecutivo ya había iniciado este camino durante la gestión Macri, pero quedó a mitad de camino. La Nación todavía pone $ 15.000 millones para sostener a las empresas de autotransporte de pasajeros. En materia de recursos no es una cifra muy abundante, pero la Casa Rosada lo considera un «subsidio político» al gobierno porteño, ya que además de compensar el costo de ese servicio, le ahorra un anuncio antipático. Si hay tregua entre Alberto y Cristina, no hay que esperar que sea para intentar algo distinto sino más de lo mismo.