sábado, mayo 4

EVANGELIO DEL DÍA

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💫EVANGELIO DEL DÍA 💫

Juan (20,11-18):

En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
«¡María!».
Ella se vuelve y le dice.
«¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice:
«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, ande, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».
María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:
«He visto al Señor y ha dicho esto».

Palabra del Señor.
🌾 MEDITACION DEL EVANGELIO🌾

Jn. 20, 11-18:

💫¡¡¡Resucitó!!!

1) Llorando:

En María vemos esta característica, “llorando junto al sepulcro”, porque mira lo derramado y perdido, pero no puede ver al Resucitado porque no levanta la mirada. Hay veces que vos también quedas obsesionado con el pasado, con lo muerto. Te quedas viendo el cadáver de tus fracasos y no sos capaz de mirar el todo. Te pones a mirar lo perdido, pero no la oportunidad que te aparece. Te pones a llorar por lo sufrido, pero no ves la alegría que puede provocarte lo nuevo. Deja de llorar por algo que ya terminó, y empezá a disfrutar de la oportunidad que se te presenta y que está. Porque siempre está la oportunidad, pero para verla tenés que secarte las lágrimas que no te dejan ver. Levanta la mirada.

2) Reconoció:

Vemos sin ver y razonamos sin comprender. Este es el punto de nuestro sufrimiento. Es la fe la que te abre los ojos y te permite ver la vida de una manera diferente. No tan solo desde lo espiritual, sino desde la dignidad de tu persona. María no reconoció a Jesús que estaba allí, porque la angustia no se lo permitía. Cuántas veces tu dolor y angustia no te permiten ver lo maravilloso que se te presenta frente a tu vida. Pero aquí aparece el escuchar a Jesús. Para escuchar es necesario callar y para callar es necesario estar abierto a recibir. 

3) Anunciar:

Esto le permite a María convertirse de pecadora en misionera, de angustiada a ser una mujer de esperanza. De todo esto comprendemos que quien se encuentra con Cristo necesita decir que hay algo diferente en la vida, y ella prueba y confirma esto que es tu propia vida. Que esta Pascua te permita resucitar y descubrir que todo puede ser diferente si te dispones a secarte las lágrimas y ver las cosas desde Dios. Algo bueno está por venir.