viernes, septiembre 20

EVANGELIO DEL DÍA

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EVANGELIO DEL DÍA🌾

Lucas 2,41-51

Los padres de Jesús subían todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, fueron allá según era la costumbre. Terminada la fiesta, emprendieron el viaje de regreso, pero el niño Jesús se había quedado en Jerusalén, sin que sus padres se dieran cuenta. Ellos, pensando que él estaba entre el grupo de viajeros, hicieron un día de camino mientras lo buscaban entre los parientes y conocidos. Al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén en busca de él. Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
Todos los que le oían se asombraban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando lo vieron sus padres, se quedaron admirados.
Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? le dijo su madre.
¡Mira que tu padre y yo te hemos estado buscando angustiados!
¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?
Pero ellos no entendieron lo que les decía.
Así que Jesús bajó con sus padres a Nazaret y vivió sujeto a ellos. Pero su madre conservaba todas estas cosas en el corazón.
Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente.

Palabra de Dios
🌾 MEDITACION DEL EVANGELIO🌾

Lucas 2, 41-51:

💫El corazón de María.

1) Los padres de Jesús:

Cuando contemplo el corazón de María se me viene a la mente un elemento esencial de la vida: “tener en claro el propósito de tu vida”. Esto implica que tienes que tratar de localizar la razón por la que te despiertas cada mañana. Elige algo que se alinee con tus fortalezas, tus pasiones y las necesidades del mundo. Sé agradecido con lo que tienes. Eso es lo que dará sentido a tu vida. Cuando contemplamos a los papás de Jesús vemos que es el mismo Jesús quien los apasiona y les da sentido a su vida, ahora bien…. ¿Cuál es el tuyo? ¿Qué es lo que da sentido a tu vida?

2) La caravana:

Es la multitud que sigue. Claro que hay cosas que se escapan de tu vida. Reconoce que existen algunas cosas que están fuera de tu control, y eso está bien. Déjalo ir y enfoca tu energía en lo que sí puedes cambiar. Por eso aprovecha esta característica de María, ponerte en manos de Dios y abandonarte en sus manos. Aprende a reconocer y aceptar que nada en la vida es perfecto, ni vos ni los demás. En lugar de luchar por la perfección, encuentra alegría en las imperfecciones que tiene que hacen que la vida sea única y hermosa.

3) Conservaba en su corazón:

En tu corazón aprende a trabajar elementos que manifiestan el corazón de María: la paciencia, la resiliencia y la empatía. Es importante que te concentres en tu propio progreso, en lugar de tratar de medirte con los demás. En esto también podemos crecer, en tener un corazón maduro. Nunca debes dejar de buscar la excelencia en todo lo que hagas.
La excelencia no es perfección: significa expresar continuamente y en todos los aspectos de la vida tu mayor compromiso hacia la calidad total de tus pensamientos, palabras y acciones. Une tu corazón al corazón de María. Es tu vida quien describe tu corazón. Algo bueno está por venir.