Massa nos dejó sin nafta, pero hace campaña con su propio desgobierno

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Nota extraída de TN por Marcos Novaro

Para el candidato oficialista, el problema no es lo que él como ministro no pudo resolver, sino la amenaza que representan las soluciones opositoras: igual que con los pasajes de tren, nos dice que lo votemos para tener poca nafta, pero “barata”, porque con Milei no podremos pagarla.

Lo primero a destacar es que aunque a todos nos parece que la nafta y el gasoil en la Argentina están ya carísimos, lo cierto es que en comparación con el resto del mundo y de la región están regalados. Para nosotros, están caros porque el problema son nuestros ingresos, que se han derrumbado y se siguen deteriorando mes a mes por la inflación galopante.

Por eso, miles de chilenos, uruguayos, brasileños y paraguayos cruzan nuestras fronteras todos los días para llenar el tanque. Y cargar sus vehículos con muchas otras cosas que les salen acá baratísimas. Todos ellos tienen ingresos muy superiores a los nuestros. Esa es la diferencia, que se ha venido profundizando en los últimos años, gracias al gobierno que vino a combatir el hambre que había supuestamente provocado Macri.

Algunas estaciones cerraron o atienden por cupos por el faltante de combustibles.
Algunas estaciones cerraron o atienden por cupos por el faltante de combustibles.

Sergio Massa, dólares y paciencia

Lo segundo que hay que decir es que si Massa se quedó sin combustible es porque no pensaba llegar con chances de ganar al balotaje, y se lo gastó todo a precio regalado para entrar en él.

Le había pedido a las petroleras que vendieran a pérdida en el país, vaciando sus reservas, dado que al mismo tiempo debían exportar todo lo que pudieran, cosa de alimentar la caja de dólares, hasta el 22 de octubre; que después les daría un aumento y se vería cómo resolver el problema.

Pero como le fue mejor de lo esperado en la primera vuelta, se olvidó de su promesa: les reclamó de nuevo paciencia, ahora hasta el 19 de noviembre. Y se encontró que más paciencia no había y tampoco quedaba combustible de ningún tipo, en ninguna de las empresas del ramo, menos que menos en YPF, la estrella de nuestra “soberanía energética”.

Una imprevisión más que le explota en las manos, por error de cálculo. Por la mala costumbre de sobreestimar su capacidad de manipular las variables económicas y los mercados. Y tal vez cierta subestimación de la eficacia de su plan “platita y miedo” entre sus potenciales votantes.

Redoblar la apuesta

Ahora salió, en vez de a corregir el error, a redoblar la apuesta, tal como hizo con el dólar y las tarifas y varias otras cosas antes de la primera vuelta.

Anunció que va a perseguir a las empresas petroleras hasta que “vendan lo que acaparan”, sin aumento, y que el problema es Milei, que en caso de ganar llevaría el precio de la nafta súper a $800 y alienta a las empresas a especular.

Igual que sucedió con la presencia de la policía en las casas de cambio, la presión se ejerce sobre los empresarios simplemente para hacer show, sabe muy bien que será inefectiva. Si algo de nafta aparece será porque YPF acelera el trabajo en sus destilerías, o él mismo contrata de apuro algún barco con combustible importado, no por el apriete.

Desde el viernes, hay largas colas para conseguir combustible (Foto: NA)
Desde el viernes, hay largas colas para conseguir combustible (Foto: NA)

E igual la nafta seguirá escaseando, al menos hasta que pasen las elecciones, y el propio Massa, todavía en su condición de ministro, cumpla finalmente su promesa a las empresas y fije el precio tal vez un poco por debajo de 680, o tal vez un poco más arriba. Será ya tarde para lamentarse.

El dispositivo massista es siempre el mismo

El dispositivo es muy fiel a la tradición kirchnerista: la economía, como esfera independiente de interacción entre actores más o menos libres y autointeresados, no existe; ella es un terreno más de ejercicio del poder político, que quien esté a cargo del Estado tiene todo el derecho, y más que eso la necesidad, de manipular en su provecho, lo que significa usarla como fuente de recursos, por derecha y por izquierda, y también utilizarla como fuente de votos, atendiendo sus necesidades al respecto y anteponiéndolas a cualquier otra consideración, como ser las condiciones para un crecimiento económico sostenible y previsible.

Están los que piensan que Massa ha actuado así bajo la influencia de los Kirchner, pero en cuanto sea él el jefe volverá a su sano juicio, pues entiende que este modelo, el del intervencionismo discrecional y el capitalismo de amigos, ya está agotado, y si él quiere sobrevivir como presidente va a necesitar una economía menos precaria e inestable.

Pero tal vez eso sea una pura expresión de deseos: puede que entienda la necesidad de ordenar el ajuste caótico en que ahora está enredado, para reducir la tasa de inflación y recuperar algo de la gobernabilidad perdida en estos cuatro años. Pero de allí a comprender las ventajas de cambiar la matriz de funcionamiento de la economía en general hay un enorme trecho. Y para recorrerlo necesitaría estar urgido, por ejemplo, por una crisis de su base política, una crisis con sus aliados kirchneristas, con los empresarios prebendarios, los sindicalistas y piqueteros oficialistas, los caciques territoriales conservadores del statu quo, y nada de eso es muy probable.

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Lo que sí es muy probable, en cambio, es que con su victoria la sociedad argentina se acomode un escalón más bajo en nuestra decadencia y empobrecimiento, la oposición no tenga recursos para evitar más abuso de poder, necesario para hacer digerible esa nueva caída y para ajustar las tuercas del “modelo de país”, y se ratifiquen entonces sus reglas de juego: politización al mango de la economía, algo de “platita” y sobre todo más miedo.