viernes, abril 26

A las provincias no les cierran sus cuentas: cuáles son las que peor gestionan el gasto público

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En 2023, las metas son difíciles de cumplir no sólo por las variables que siguen distorsionadas sino también porque el ajuste debe provenir de provincias

En estos últimos años, la economía argentina sufre de una inflación crónica grave, generada principalmente por el déficit fiscal. El gasto público debería tener un punto de equilibrio entre los impuestos que pagan sus ciudadanos y el nivel de servicios que reciben en compensación.

En Argentina, el mismo incluye el pago de salarios a empleados públicos que en volumen han crecido 33% en los últimos 10 años. A su vez, implica el financiamiento de programas sociales que en muchos casos han crecido más que el empleo público.

Por su parte, el gasto público implica recursos para la salud en un país que muchos lo destinaban a obra social privada o prepaga que hoy se les hace difícil pagar y terminan requiriendo del hospital público. La educación donde la clase media paso de la escuela pública a la privada y la seguridad donde los argentinos la pagan en forma privada o cambian sus hábitos de vida o lugar para evitar ser parte de un hecho delictivo. También se destina a la construcción y mantenimiento de infraestructuras como carreteras, puentes y edificios públicos y a la inversión en investigación y desarrollo.

Al cierre del 2022, de acuerdo al Ministerio de Economía de la Nación, el déficit subió a 3,4%. Es decir, se gastó demás. Si solo nos referimos sólo al déficit fiscal primario veremos que este equivale al 2,4% del PBI. Este último dato es alentador para el FMI ya que se habría sobrecumplido. La meta era un 2,5% del PBI al cierre del 2022. Para 2023 el déficit debería cerrar en 1,9% del PBI.

Estas metas son sin lugar a dudas, para este año cuestiones complejas de cumplir, no solo porque variables como las reservas internacionales, tipo de cambio, tasa de interés entre otras aún se encuentran distorsionadas, sino porque el ajuste debe provenir no solo desde el ámbito nacional, sino que también cada provincia en el ámbito de su responsabilidad fiscal.

Los efectos negativos del gasto público mal gestionado

El gasto público tiene efectos negativos si no se gestiona adecuadamente. Un gasto excesivo o ineficiente conduce a déficits fiscales crónicos y endeudamiento. Esto tiene consecuencias negativas en el crecimiento económico, inversión privada, inflación y estabilidad financiera del país, entre otros males.

Una de las variables a evaluar para el gasto público es su relación con el Producto Bruto Geográfico en las provincias (PBG). Desde el 2004 hubo aumentos acumulados de su Gasto Público a precios constantes hasta 2022 en provincias como Santiago del estero con un 101,5%, Tucumán 71,2%, Chaco 88,4%, Jujuy 68,3% y Formosa con 71,9%, de acuerdo a un Informe del Ieral

Es de esperarse que si la producción aumenta en el tiempo los gastos de las provincias deberían ir en relación a estos valores para llegar a un equilibrio. Sin embargo, en los últimos 18 años mientras la producción aumenta «aritméticamente», los gastos aumentan «geométricamente».

La mayoría de las provincias no sabe qué es la responsabilidad fiscal

En 19 de 23 provincias no saben qué es la responsabilidad fiscal. En Santa Fe, mientras su PBG aumentó un poco más de un 50% entre 2004 y 2022, su gasto público acumulado fue de más de 120%, en Chaco su PBG acumulado fue de 88% y el gasto acumuló un aumento de 117%, San Juan con un PBG de 59% acumulado aumentó su gasto público en más de un 106 por ciento.

Es decir, provincias donde su nivel de gasto crece por encima de su economía no son autosuficientes por lo cual solicitan ingresos extra a la Nación incrementándose el déficit fiscal y la presión tributaria sobre todos los habitantes del país.

Para el caso de Catamarca su PBG no solo no aumentó, sino que decreció en -4%, sin embargo, su gasto público aumentó más del 90%. Es decir, el aporte de esta provincia no solo fue nulo en el tiempo, sino que la necesidad de recursos nacionales y de otras provincias no es solo prioritario para su subsistencia, sino urgente para afrontar el nivel de gasto.

Durante los últimos 18 años, las provincias se encontraron en promedio gastando mucho más de lo que les ingresaba. Por su parte, el nivel de gasto debería tener relación con el crecimiento de su población en el mismo período.

Para tomar como ejemplo la población en todas las provincias en los últimos 18 años creció en promedio 20,9%. Sin embargo, en Buenos Aires mientras su población creció 20,9% y su producto 52,2% su gasto público real avanzó en 84,9%. Para el caso Catamarca su población creció 20,1%, su producto cayó 4% y su gasto público real 90,5 %. En el caso de Chaco, en tanto, su población creció 12,5%, su producto 88,4 % y su gasto 117%. La Ciudad de Buenos Aires es el que menor crecimiento demográfico presentó en el período 9,2%, su producto 57,1% y su gasto 98,1 por ciento.

Para evaluar una mejora fiscal es importante tener en cuenta cuales son las provincias que actualmente se encuentran con altos niveles de gastos en relación a sus habitantes. Para el caso del año 2022 el mayor gasto público por habitante con datos al 3er trimestre lo tiene Tierra del Fuego con $496.352 por habitante, Santa Cruz $465.570, Neuquén $451.930 como las principales que acumulan niveles de gastos más elevados en relación con las demás provincias.

Sin embargo, lo importante como bien dejamos claro en esta nota es evaluar el nivel de gasto público no solo bruto sino en relación a lo que ha crecido la economía de ese territorio y su población.

A las provincias no les cierran sus cuentas

Desgraciadamente, visto en un período de tiempo más largo, a la mayoría de las provincias no les cierran sus cuentas, trasladando ese problema a sus ciudadanos con más y peores impuestos, más inflación deteriorando al sector privado, la inversión y el empleo en nuestro país.

Toda decisión discrecional en mala. El Estado nacional ha decidido en estas últimas 2 décadas transferir recursos de Nación a provincias haciendo que cierren esas cuentas, pero generando que pierdan las cuentas de toda la población.

Cada peso adicional para financiar el déficit fiscal se ha pagado con más impuestos, con más deuda pública y con más inflación. Todos los elementos combinados en forma constante en el tiempo. La población como parte de ese gasto hubiese requerido administración y eficiencia en su uso en mejor salud, educación, seguridad e infraestructura. Sin embargo, se ha utilizado para incrementar el empleo público y planes sociales.

A lo largo de estas dos décadas, todos los gobiernos le pidieron clemencia y un poco más de esfuerzo a todos los habitantes y un poco más aún a ciertos sectores de clase media y alta.

Sin embargo, las cuentas fiscales nunca se solucionaron y las cuentas de los habitantes empeoraron en el tiempo para todas las clases sociales. Las promesas de solución no llegaron y los problemas se intensificaron.

El economista estadounidense Milton Friedman expresaba que «Nada es tan permanente como un programa temporal del gobierno». Eso es lo que ha sucedido en las últimas dos décadas y lo que reflejamos con datos en esta nota. Ojalá que nada sea más temporal que esta nota y que de aquí en más las cuentas fiscales mejoren, el gasto público baje y se haga más eficiente, la presión tributaria disminuya, la inversión y el empleo privado crezcan.