El inquietante silencio de Cristina Kirchner

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Nota extraída de La Nación por Fernando Laborda

La vicepresidenta demora su intervención en la lucha interna para definir la fórmula presidencial del oficialismo, mientras De Pedro, Massa y Kicillof mueven sus fichas

A 11 días del cierre del plazo para la presentación de listas para las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) del 13 de agosto, no pocos dirigentes del oficialismo comienzan a manifestar su inquietud por el llamativo silencio de su jefa. Presienten que Cristina Kirchner no se está involucrando en la definición de la fórmula presidencial de su espacio del modo que se esperaba de ella a estas alturas, como si deseara que todo se ordene sin su intervención. Sí se sabe que habilitó a Eduardo “Wado” de Pedro a iniciar su campaña presidencial, pero nada ha dicho sobre la importancia de que la coalición gobernante tenga un único candidato, como viene insistiendo Sergio Massa.

“Cristina no se está metiendo y parecería estar esperando que todo se arregle solo”, opinó un legislador nacional del Frente de Todos. La razón, tanto para él como para otros observadores de su sector, es que esta vez la exmandataria no desearía que la designación del binomio presidencial sea vista como una decisión pura y exclusivamente de ella, para no ser juzgada en el futuro como artífice o mariscal de la eventual derrota electoral que muchos ya imaginan.

Es probable que, para no que no se le cargue a ella todo el costo político por una mala performance en los comicios, Cristina Kirchner esté tan llamada a silencio en las últimas horas o bien obrando con especial sigilo. Casi todos creen que, en algún momento, unos días antes del 24 de junio, tendrá que bajar el martillo. Pero, entretanto, reina el nerviosismo y cada uno juega al juego que más le gusta.

“Wado” de Pedro ya está empapelando el área metropolitana de Buenos Aires con su rostro y tratando de ganar notoriedad, en especial en el público joven, que es el que más preocupa a los estrategos del kirchnerismo por su acercamiento a Javier Milei. Y Massa fue la figura estelar del reciente congreso del Frente Renovador, durante un encuentro que tuvo toda la estética del lanzamiento de una candidatura presidencial, aunque esta intención no se hiciera pública.

Las veladas amenazas de que estaría dispuesto a dejar el Palacio de Hacienda si no hay un único candidato presidencial en el oficialismo –que no sería otro que él mismo– parecieron quedar atrás. Las propias palabras de Massa en el congreso de su fuerza política indicaron que no está dispuesto a cortarse solo dentro de la coalición oficialista. En esa reunión, reiteró la necesidad de que haya unidad, pero adelantó: “Si se decide que haya PASO, anótennos que ahí vamos a estar”.

Tanto la hipotética candidatura presidencial del ministro del Interior como la del ministro de Economía generan dudas en el oficialismo. Es que el primero sigue luchando con un nivel de desconocimiento todavía elevado para alguien que aspire a llegar a la cúspide del poder político y el segundo debe lidiar con una de las más severas crisis económicas de los últimos tiempos.

La incertidumbre se agranda por el hecho de que la incipiente campaña de “Wado” de Pedro ni siquiera estaría generando por ahora el efecto espuma que habitualmente provoca la novedad del lanzamiento público de una figura política a la presidencia de la Nación. La capitalización de su papel como hijo de la “generación diezmada” en el que lo ubicó Cristina Kirchner también se está haciendo esperar.

En igual sentido, es difícil imaginar como postulante a la Presidencia de la Nación a un ministro de Economía en cuya gestión la inflación interanual pasó del 70% al 109% y las reservas netas del Banco Central serían negativas. Por si esto fuera poco, nadie puede garantizar que su misión de conseguir los dólares necesarios para hacer frente a los desafíos del mercado cambiario concluya con éxito.

La insistencia del embajador en Brasil, Daniel Scioli, de presentarse como precandidato presidencial en las PASO, suma otro factor de incertidumbre para el oficialismo. Hay quienes creen que a De Pedro no le desagradaría competir en una primaria contra el exgobernador bonaerense; sintiéndose seguro de que va a ganar por el peso del kirchnerismo, puede imaginar que participar de una lucha electoral con un contrincante interno le conferiría mayor legitimidad y fortaleza a su candidatura, a partir de un mayor conocimiento de su figura en la ciudadanía. Massa, en cambio, no querría saber nada con tener que lidiar en una pelea interna con Scioli, a quien tanto él como su esposa, Malena Galmarini, detestan desde hace bastante tiempo.

¿Podría Cristina Kirchner convencer a Scioli de que no se presente en las PASO? No parece sencillo que alguien pueda persuadir al exmotonauta. Tampoco hay certeza alguna de que la vicepresidenta de la Nación esté dispuesta a llevar adelante semejante gestión.

Hay otra alternativa a la cual la expresidenta podría recurrir: persuadir a Axel Kicillof de que debe ser el candidato de unidad del kirchnerismo. Se sabe que hasta ahora el mayor obstáculo para esa posibilidad no es otra que la resistencia del propio gobernador bonaerense, cuya intención es buscar la reelección al frente de la mayor provincia de la Argentina.

Cerca de Máximo Kirchner se viene vertebrando un nuevo relato para persuadir a Kicillof de abandonar el distrito bonaerense y enfrentar el desafío de la candidatura presidencial. Pasa por convencerlo de que, si los comicios bonaerenses son simultáneos con los nacionales, no se podrá retener el poder en la provincia de Buenos Aires –el cuartel de invierno con el que soñaría el kirchnerismo si le toca resignar el gobierno nacional– sin hacer una buena elección para la presidencia de la Nación. Ergo, con un candidato presidencial que no garantice una buena performance electoral, la candidatura a gobernador provincial de Kicillof terminaría sucumbiendo también.

¿Acaso la presencia de Kicillof al frente de una fórmula presidencial le aseguraría la victoria al kirchnerismo? No. Casi nadie piensa eso. “Pero si Axel pierde como gobernador, podría quedar fuera de la política, mientras que perdiendo como postulante a la Presidencia de la Nación tendría sobrevida”, explicó un referente del Frente de Todos. De tener resultado esta estrategia, Kicillof podría encabezar la fórmula presidencial –aunque nadie pueda asegurar que Scioli no lo enfrente en las PASO– y a la provincia de Buenos Aires podría ir De Pedro. ¿Y Massa? ¿Se conformará con una candidatura a senador nacional por la provincia? Tampoco será fácil.

Así las cosas, los posibles escenarios para el oficialismo kirchnerista pasan por tres nombres para una candidatura presidencial: De Pedro, Massa y Kicillof. Pero nadie está en condiciones de garantizar que habrá un candidato único, fundamentalmente porque Scioli no quiere perderse esa carrera, junto a Victoria Tolosa Paz como postulante a la gobernación bonaerense.

Tanto el embajador en Brasil como la ministra de Desarrollo Social aparecen como los candidatos de Alberto Fernández, aunque ambos preferirían que el primer mandatario no apareciera como su padrino. Devaluado como está en términos de imagen en la opinión pública, la participación del Presidente en la campaña no les aportaría mucho. Sin embargo, podría exhibir un logro: sería la primera vez que el justicialismo definiría su fórmula presidencial mediante una competencia en elección primaria, después de la recordada contienda interna del 9 de julio de 1988 en la que Carlos Menem venció a Antonio Cafiero y se consagró como postulante presidencial para los comicios del año siguiente.