martes, mayo 28

El miedo a la baja participación, la preocupación que comparten todos los candidatos sobre las PASO

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Nota extraída de Tn por Gonzalo Aziz

Hay cinco razones que explican el contexto que diferencia esta elección de las últimas votaciones. La Cámara Electoral convocó a los ciudadanos a las urnas.

Este domingo los argentinos vamos a votar mientras el país se prepara para cumplir 40 años de democracia ininterrumpida. En cuatro décadas cuesta encontrar una política de Estado más consistente que el propio respeto por el Estado de Derecho. Eso no se discute. Ahora, resulta curioso, entonces, cómo se llega a estas Elecciones PASOcon una preocupación que no distingue partidos ni alianzas políticas: el miedo a la baja participación popular en las urnas. La respuesta, como todo en la política, tiene múltiples entradas.

Empecemos por dejar algo por sentado: la democracia no está en discusión. Dicho esto, habría que preguntarse si “democracia” remite únicamente lo que llamamos “gobierno de las mayorías”, si es solo la mera participación ciudadana en el acto de elección de personas a quienes se les delega la soberanía popular. Está claro que no acaba ahí.

Raúl Alfonsín inmortalizó una frase clarificadora que expresa los alcances de algo que es mucho más que un sistema político: “Con la democracia se come, se cura, se educa”. Interesante es convertir la frase en una pregunta: con la democracia, ¿se come, se cura y se educa?

Las estadísticas argentinas son lapidarias. Casi la mitad de la población está por debajo de la línea de pobreza. Entendiendo que “pobreza” remite a la inaccesibilidad a una alimentación digna, a una salud digna, a una educación digna, podemos decir con absoluta y triste tranquilidad que la democracia argentina no está cumpliendo con sus propias premisas y pilares.

Así llegamos a las elecciones primarias 2023. Seguramente no faltarán quienes digan con acierto que no es la primera vez que vamos a votar en un momento socioeconómico ultracomplejo. Es verdad. La diferencia radica en el contexto.

Las cinco razones que explican el contexto que diferencia esta elección de las últimas votaciones

En primer lugar, la acumulación de experiencias frustrantes es evidente en una porción más grande del electorado: más gente acumulando más exposiciones a promesas incumplidas.

En segundo lugar, un cóctel letal: más problemas, más complejos, menos creatividad en la dirigencia y, sobre todo, escasa capacidad de representación. ¿Qué significa eso? Que al desgano provocado por la acumulación de frustraciones parece no haber dirigentes capaces de persuadir a la ciudadanía a confiar en que “esta vez será diferente”.

En tercer lugar, los precandidatos de los principales espacios políticos son dirigentes con un mínimo de 20 años participando del “sistema”. No hay candidatos nuevos en la liga mayor. Quienes aspiran -con posibilidades reales- a gobernar el país son personas que participaron (ya sea en lo público como en lo privado) de una historia que nos trajo hasta aquí. La pregunta que subyace en cualquier reunión social es: ¿por qué ahora van a hacer algo distinto? Y no hablamos solo de quienes formaron parte del Estado. La crisis de la dirigencia no distingue entre lo público y lo privado. Hay, en estas PASO, precandidatos que vienen del mundo corporativo en sus altas esferas y que, por lo tanto, también fueron y son parte del “sistema” por más que quieran negarlo.

La idea de la trascendencia: Cristina Kirchner no supo o no quiso promover a un sucesor potente capaz de liderar al kirchnerismo. Lo mismo, con algunas excepciones, ocurre con los demás espacios políticos tradicionales. (Foto: Instagram/@cfkoficial)
La idea de la trascendencia: Cristina Kirchner no supo o no quiso promover a un sucesor potente capaz de liderar al kirchnerismo. Lo mismo, con algunas excepciones, ocurre con los demás espacios políticos tradicionales. (Foto: Instagram/@cfkoficial)

En cuarto lugar, en los precandidatos no-nuevos hay una muy escasa creatividad comunicacional para ofrecer mensajes distintos de los que ya se utilizaron en campañas anteriores. Peor aún: hubo en esta campaña apelación a frases y palabras que remiten a un pasado duro, a experiencias traumáticas. Entonces, misma cara, mismos planteos, da como resultado: miedo, desgano, enojo.

En quinto lugar, los precandidatos no-nuevos, en sus años de “sistema”, no han sabido ponerse de acuerdo en cuestiones tan básicas como elementales, tales como políticas de estado en materia tributaria, previsional, criminal, etcétera. Es decir, que han promovido un movimiento pendular que hizo de la Argentina un país refundado cada cuatro años, con una consecuente modificación de las reglas de juego y su correlativa inseguridad jurídica. Conclusión: bajo nivel de atractividad a las inversiones privadas, no-creación de empleo genuino, escasa movilidad ascendente, subdesarrollo.

En fin… Palabras más, palabras menos, Pepe Mujica, expresidente de Uruguay, suele decir que un buen líder es aquel que:

  1. Se rodea de gente mejor que uno
  2. Cuando se retira, deja en su lugar a otros mejores que uno.

Básicamente, es la idea de la trascendencia.

¿Y qué ha pasado con esto en la Argentina? Poco y nada. Un ejemplo concreto es la propia Cristina Fernández de Kirchner, quien no supo o no quiso promover tras de sí a un sucesor potente, capaz de liderar al kirchnerismo. Tal fue el caso que tanto en 2015 como en 2019 (y en 2023) eligió sucesores a quienes literalmente ella no respetaba ni quería. Y fue tajante al dejar en claro que los elegía por cuestiones relacionadas solamente con el contexto. Lo mismo, con algunas excepciones, claro, ocurre con los demás espacios políticos tradicionales.

Ahora bien, ¿no será esa incapacidad de generar trascendencia el punto central, la clave para responder la pregunta inicial de por qué hay desgano y descrédito para con la política? Sería bueno reflexionar al respecto.

La cuestión es que el temor al rechazo es transversal a los partidos y alianzas. La última semana de campaña encontró a esos mismos precandidatos no-nuevos, sin importar color político, saliendo a llamar a la gente a que vote este domingo. “Lo que pasó en las provincias es una tremenda preocupación para todos. ¿Sabés por qué? Porque votó poca gente aún en feudos en los que los gobernadores tienen al 75% de la masa laboral trabajando en el Estado. Ni los que viven del Estado fueron a votar. ¿Qué hay que esperar en las elecciones nacionales entonces?”, se sincera uno de los cuatro precandidatos presidenciales más potentes.

Empezó el operativo para votar en las PASO y la Cámara Electoral llamó a los ciudadanos a votar. (Foto: Correo Argentino)
Empezó el operativo para votar en las PASO y la Cámara Electoral llamó a los ciudadanos a votar. (Foto: Correo Argentino)

Es habitual para un periodista y/o analista político hablar con los dirigentes. En esa línea, la pregunta para los precandidatos en estos días fue: “¿Ustedes, habiendo sido parte del sistema en los últimos 25 años, hacen autocrítica de la situación en la que está el país?” Las respuestas varían. Pero hay un denominador común: a la incipiente autocrítica inicial le sigue echarle la culpa al otro.

Una respuesta autocomplaciente que se escucha en las conversaciones con los precandidatos es: “Es que tenemos una democracia joven”. Habría que preguntarse entonces cuánto dura la juventud. Porque quizás padezcan el síndrome de la “juventud eterna”, algo habitual en los tiempos que corren. Tal vez la política comparada les sirva para preguntarse por qué y/o cómo otros países con casi los mismos años de democracia ininterrumpida (España, por ejemplo) no ostentan la deuda social que la Argentina tiene para con su pueblo.

Quizás sea ese el verdadero puntapié inicial en el proceso de volver a enamorar a la ciudadanía y lograr así que el miedo al rechazo sea solo un triste recuerdo.