jueves, octubre 31

EVANGELIO DEL DÍA

0
246

EVANGELIO DEL DÍA💫

Lucas (2,22-35):

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, corno dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo t…
💫MEDITACIÓN DEL EVANGELIO 💫

Lucas 2, 22-35:

💫Ofrecer.

1) Cumplir la ley:

Sabemos que todos estamos sujetos a una ley por la cual debemos reconocer y respetar los límites. Cuando no aceptamos que tenemos límites nos toma un libertinaje y no la libertad en sí. La madre de Dios y san José asumen la responsabilidad y cumplen con la ley de la religión judía. Qué ejemplo nos da Dios. Cumplen la ley aquellos que tranquilamente pueden escapar a la ley. Y pensar que nosotros objetamos hasta el ir a misa los domingos. Jesús nos enseña que uno no puede andar en la vida haciendo siempre lo que se le da la gana. Debemos saber que en nuestras vidas también hay límites.

2) Ofrecer:

El ofrecimiento es clave en nuestra vida cristiana. Estamos llamados a vivir y ofrecer a Dios todo lo que vivimos en el día a día. Ofrécele a Dios todo lo que hagas y realices, encomienda tu día y tu tarea. Basta con que digas a Dios en tu amanecer: «todo lo que hoy realice, te lo ofrezco» y basta decir a la noche: «gracias por todo lo vivido». Eso es ofrecer.

3) Una espada:

Como María, a todos en esta vida nos atraviesa una espada. La espada de la incomprensión, o la espada de la impotencia. Son esas cosas que nos hieren en lo más profundo y sentimos que se nos escapan de las manos. Vos que me estás leyendo o escuchando, seguro que tenés esa espada que aun hace doler tu corazón, porque sentís que no podés y encima te duele. Pero como María, ten ánimo porque tendrás vida y vida eterna.