sábado, mayo 18

Juego, narco y tierras: la santa trinidad peronista que une a Insaurralde y Duhalde

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Nota extraída de La Nación por Daniel Bilotta

Una continuidad histórica de vínculos entre la política y los negocios caracteriza a quienes tuvieron en sus manos el poder en Lomas de Zamora desde la recuperación de la democracia.

El vínculo atribuido al peronismo del conurbano con el negocio del juego, el narcotráfico y la venta de grandes extensiones de tierras fiscales, pero también de aquellas entrampadas en complejos trámites sucesorios, son puntos nítidos sobre los que puede trazarse una línea en el tiempo para establecer una continuidad entre el único gobierno municipal de Eduardo Duhalde y la gestión iniciada por Martín Insaurralde en 2009. Pero tal vez sea necesario remontarse bastante más atrás para comprender el protagonismo determinante adquirido por Lomas de Zamora en la política argentina.

Tomás Grigera inauguró esa era en 1811 con el “movimiento de los orilleros” del 5 y 6 de abril. Alcalde de las quintas del Sur y muy popular entre el campesinado pobre, Grigera se instaló con 200 jinetes frente al Cabildo para garantizar que Cornelio Saavedra concrete en la Junta Grande la purga de los miembros que todavía se identificaban con el desaparecido Mariano Moreno. Ubicada frente al Palacio Municipal de Manuel Castro al 220, la plaza principal de Lomas de Zamora se denomina Tomás Grigera en su memoria.

Pero más significativo que ese homenaje es el que le rindió uno de sus descendientes directos. Duhalde se reivindica como tal. Llamó “Don Tomás” a la quinta que durante su esplendor político ocupó en San Vicente. Un partido de la Tercera Sección Electoral que recrea el ambiente rural de hace dos siglos en el Gran Buenos Aires. Pero también uno de los que subdividió para mediar en el conflicto entre las familias que formaron parte de su círculo de poder.

La estrategia de Duhalde

Duhalde creó el partido de Presidente Perón para ponerle fin al enfrentamiento entre el matrimonio de Mabel Muller y Oscar Rodríguez con el de Brígida Malacrida y Antonio Arcuri. Rodríguez fue intendente de Presidente Perón y el jefe de la SIDE cuando Duhalde ocupó la presidencia en forma provisional. Muller tuvo cuatro mandatos como diputada nacional. Brígida Malacrida fue intendente de San Vicente durante 12 años.

Arcuri digitó durante más de una década la designación de jueces y fiscales desde el Senado bonaerense e incidió en ascensos y traslados de comisarios en la policía. Pero, además, fue el subsecretario Legal y Técnico en la presidencia de Duhalde. El cierre de un ciclo iniciado en los años 70 como candidato a concejal de la Democracia Cristiana en las listas del Frente Justicialista de Liberación. Primer hito de una carrera iniciada gracias a Hugo Toledo. El escribano con el que entró en contacto como abogado a cargo de trámites para la transferencia que realizaba para una agencia de autos usados.

Eduardo Duhalde, en una caravana electoral en el conurbano

Toledo auspició su ingreso al Municipio, donde se transformó en asesor legal del sindicato de Empleados Municipales. Ese fue su trampolín para saltar a la lista de concejales con el padrinazgo de Alejandro Schell, segundo obispo en la historia de la diócesis de Lomas de Zamora. Toledo sucedería a Duhalde como intendente en 1987.

Antes había sido su secretario de Obras Públicas en el mismo gabinete en el que Osvaldo Mércuri fue secretario de Salud. Los tres compartían un antecedente común: el pasado reciente de agentes inmobiliarios. A diferencia de los intendentes que lo secundaron en la Liga Federal, Duhalde evitó perpetuarse en el cargo que alcanzó no sin dificultades en 1983, en una elección disputada con el radical Horacio Devoy que resolvió la Junta Electoral bonaerense.

Devoy fue elegido concejal en 1985 y defendió a Duhalde de las acusaciones por sobreprecio en los víveres que distribuía para competir con el Plan Alimentario Nacional (PAN) del presidente Raúl Alfonsín. Tal vez la primera experiencia piloto para un sistema de solidaridades disimulado con el bipartidismo que promovió con la UCR como gobernador a partir de 1991. Un acuerdo que también supuso que la oposición acepte la tutela del peronismo en su misión esencial: ser el contrapeso del oficialismo.

Esa mecánica ofrece síntomas notables de supervivencia. El candidato a intendente por la Libertad Avanza, Antonio Volponi, participa desde 2018 en Feanpa. Una sociedad de responsabilidad limitada designada así por la primera sílaba de su nombre y el de sus otros dos miembros: Pablo Portell y Fernando Choren. Su hermano, Martin Choren, es el jefe de Gabinete del municipio de Lomas de Zamora. Portell es el secretario de Desarrollo Social e hijo de Carlos, por quien Insaurralde controló el Club Atlético Banfield.

La clausura de cualquier debate por la cooptación de todo el arco político es uno de los motivos que promueve fracturas dentro del oficialismo, en búsqueda de una salida de ese laberinto. Guillermo Viñuales protagonizó la más reciente. Jefe de Gabinete de Insaurralde durante diez años, rompió en 2020 con el peronismo para sumarse a Juntos y ser su candidato oficial a intendente.

Legado de la tradición acuerdista

Julio “Chocolate” Rigau recoge el legado de esa tradición acuerdista replicada por Mércuri, presidente de la Cámara de Diputados durante una década. Pero, ni aun cuando tuvo que cederla en 1999 al representante de la Alianza, Alejandro Mosqueda, perdió el control de su presupuesto. Quizás ese momento haya sido el punto de inflexión para el financiamiento opaco y discrecional de la política a través de la Legislatura. Una sospecha que pesa sobre ese cuerpo desde la recuperación de la democracia.

La ruptura de Jorge Rossi con Mércuri marcó un cambio de época en el juego. Duhalde quebró la alianza que mantenían ofreciéndole Rossi asumir la presidencia de Lotería y declinar el cargo de senador provincial para el que había sido electo. La profesionalización de las apuestas con la aparición de agencias y bingos, hizo del juego clandestino una expresión marginal del negocio. Lo que probablemente haya vencido cualquier reticencia a reconvertir a los levantadores de apuestas y sus circuitos de recorridos en los primeros canales de distribución para el narcotráfico.

Ese aporte al primer mapeo del conurbano cuando el GPS no era una herramienta de uso cotidiano fue completado por mayoristas frutihortícolas que se aventuraban a la compra directa en quintas de zonas rurales. Esa expansión coincidió con la usurpación de tierras fiscales y con problemas de regularización dominial que alentó el peronismo sacando provecho del aluvión migratorio de países limítrofes en la década del 90. Un fenómeno con rasgos muy particulares en Lomas de Zamora que detalla con precisión Jorge Ossona en el libro Punteros, malandras y porongas.

La feria de La Salada, un centro en expansión en las últimas décadas

Esa expansión modificó la demografía de sus bordes. Villa Fiorito pasó a ser el centro urbano de la nueva periferia que creció a su alrededor, dedicada especialmente a la actividad del cartoneo y con una fuerte presencia de la comunidad paraguaya. Ingeniero Budge se transformó en una meca textil en manos de emigrantes bolivianos. Primero como actividad familiar. Pero pronto convertida en un polo de explotación de mano esclava cuya producción capitalizaron Jorge Castillo y Enrique “Quique” Antequera, propietarios de La Salada y Urkupiña.

Dos ferias cuya puja por la ocupación de espacios habilitó el ingreso de la barra de Boca comandada por Marcelo “El manco” Aravena y, con él, el ingreso de Rafael “Rafa” Di Zeo a Lomas de Zamora, a través del club Los Andes. Aunque a costa de un conflicto con Aravena que sigue sin saldarse. Curiosamente, Castillo y Antequera no pertenecen al peronismo. De hecho, le atribuyen a Insaurralde su caída en desgracia. Los dos fueron condenados por asociación ilícita en juicios abreviados.

La sospecha generalizada es que las ferias eran pantallas de la actividad narco. Suena lógico. Los talleres clandestinos del Olimpo, barrio cercano a Ingeniero Budge, cobijarían cocinas de cocaína en sus sótanos. Martín Insaurralde llegó al negocio del juego mucho antes de eso. Se inició como asistente de Rossi cuando dirigió la Lotería Nacional en la presidencia de Duhalde. Luego lo acompañó como secretario de Gobierno en su gestión como intendente en 2003. Pese a ser reelecto en 2007, Rossi renunció en 2009. Lo sustituyó el primer concejal: Insaurralde.

Antes atravesó un conflicto inesperado. Fernando “El chino” Navarro intervino decisivamente en la toma de Campo Tongui. El dirigente del Movimiento Evita ya había abandonado a Duhalde para sumarse a la ola de seguidores de Néstor Kirchner. La usurpación de esas 90 hectáreas fue la última importante en Lomas de Zamora y tuvo un alto valor simbólico. Enredado en una compleja y sinuosa trama sucesoria, el predio era reclamado por herederos de Grigera.

Duhalde le habría ordenado a Rossi resistir la ocupación. En apariencias, ordenada a Navarro por Kirchner, rápidamente consustanciado de los códigos con los que se disputa el poder en el conurbano. Navarro fue el encargado de presentar a Insaurralde con el ex presidente, a quien habría fascinado la apariencia física del joven funcionario. Campo Tongui es una de las concentraciones de hacinamiento y pobreza más significativas. Su nombre derivaría de uno de quienes reclaman su propiedad. Otros insisten en que es una derivación del sustantivo tongo. Es decir, una trampa o engaño. En el conurbano todo es posible.