SAN PATRICIO
17 de marzo
Por
lo que el santo dice de sí mismo, se supone que era de origen
romano-bretón. Su padre Calpurnio era diácono y oficial del ejército
romano; su madre era familia de San Martín de Tours; su abuelo había
sido sacerdote ya que en aquellos tiempos no se había impuesto aún la
ley del celibato sacerdotal en todo Occidente.Se
afirma que fue alrededor del año 403, a la edad de 16 años, que cayó
prisionero de piratas junto con otros jóvenes para ser vendido como
esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho. Lo sirvió
cuidando ovejas. Trató de huir varias veces sin éxito.La
Divina Providencia aprovechó este tiempo de esclavitud, de rudo trabajo
y sufrimiento, para espiritualizarlo, preparándolo para el futuro, ya
que el mismo dijo que hasta entonces «aún no conocía al verdadero Dios»,
queriendo decir que había vivido indiferente a los consejos y
advertencias de la Iglesia.Se cree que el lugar de
su cautiverio fue en las costas de mayo, al borde del bosque de Fochlad
(o Foclut). De ser así, el monte de Crochan Aigli, que fue escenario
del famoso ayuno de San Patricio, también fue el lugar donde vivió los
tristes años de su juventud.Lo más importante es
que para entonces, como él lo dice: «oraba de continuo durante las horas
del día y fue así como el amor de Dios y el temor ante su grandeza,
crecieron más dentro de mí, al tiempo que se afirmaba mi fe y mi
espíritu se conmovía y se inquietaba, de suerte que me sentía impulsado a
hacer hasta cien oraciones en el día y, por la noche otras tantas. Con
este fin, permanecía solo en los bosques y en las montañas. Y si acaso
me quedaba dormido, desde antes de que despuntara el alba me despertaba
para orar, en tiempos de neviscas y de heladas, de niebla y de lluvias.
Por entonces estaba contento, porque lejos de sentir en mi la tibieza
que ahora suele embargarme, el espíritu hervía en mi interior».Después
de seis años en tierra de Irlanda y de haber rezado mucho a Dios para
que le iluminara sobre su futuro, una noche soñó que una voz le mandaba
salir huyendo y llegar hasta el mar, donde un barco lo iba a recibir.
Huyendo, caminó más de 300 kilómetros para llegar a la costa. Encontró
el barco, pero el capitán se negaba rotundamente a transportarlo. Sus
reiteradas peticiones para que le dejasen viajar gratis fueron siempre
rechazadas, hasta que al fin, después de mucho orar con fervor, el
capitán accedió a llevarlo hasta Francia. La travesía fue aventurada y
peligrosa. Después de tres días de tormenta en el mar, tocaron tierra en
un lugar deshabitado de la costa, caminaron un mes sin encontrar a
nadie y hasta las provisiones se agotaron. Patricio narra esa aventura
diciendo:»llegó el día en que el capitán de la
nave, angustiado por nuestra situación, me instaba a pedir el auxilio
del cielo. ‘¿Cómo es que nos sucede esto, cristiano? Dijiste que tu Dios
era grande y todopoderoso, ¿por qué entonces no le diriges una plegaria
por nosotros, que estamos amenazados de morir por hambre? Tal vez no
volvamos a ver a un ser humano…’ A aquellas súplicas yo respondí
francamente: ‘Poned toda vuestra confianza y volved vuestros corazones
al Señor mi Dios, para quien nada es imposible, a fin de que en este día
os envíe vuestro alimento en abundancia y también para los siguientes
del viaje, hasta que estéis satisfechos puesto que Él tiene de sobra en
todas partes’. Fue entonces cuando vimos cruzar por el camino una piara
de cerdos; mis compañeros los persiguieron y mataron a muchos. Ahí nos
quedamos dos noches y, cuando todos estuvieron bien satisfechos y hasta
los perros que aún sobrevivían, quedaron hartos, reanudamos la caminata.
Después de aquella comilona todos mostraban su agradecimiento a Dios y
yo me convertí en un ser muy honorable a sus ojos. Desde aquel día
tuvimos alimento en abundancia. «Finalmente llegaron a lugar habitado y
así Patricio quedó a salvo a la edad de veintidós o veintitrés años y
volvió a su casa. Con el tiempo, durante las vigilias de Patricio en los
campos, se reanudaron las visiones y, a menudo, oía «las voces de los
que moran más allá del bosque Foclut, más allá del mar del oeste y así
gritaban todas al mismo tiempo, como si salieran de una sola boca, estas
palabras: ‘Clamamos a ti, oh joven lleno de virtudes, para que vengas
entre nosotros nuevamente’ «. «Eternas gracias deben dársele a Dios,
agrega, porque al cabo de algunos años el Señor les concedió aquello por
lo que clamaban».No hay ninguna certeza respecto al orden de los acontecimientos que se produjeron desde entonces.Los
primeros biógrafos del santo dicen que Patricio pasó varios años en
Francia antes de realizar su trabajo de evangelización en Irlanda.
Existen pruebas firmes de que pasó unos tres años en la isla de Lérins,
frente a Canes, y después se radicó en Auxerre durante quince años más.
También hay sólidas evidencias de que tenía buenas relaciones personales
con el obispo San Germán de Auxerre. Durante este tiempo le ordenaron
sacerdote.Algunos historiadores sostienen, que en
esa época hizo un viaje a Roma y que, el Papa Celestino I fue quien le
envió a Irlanda con una misión especial, ya que su primer enviado
Paladio nunca logró cumplir porque a los doce meses de haber partido
murió en el norte de Britania. Para realizar esa misión encomendada por
el Pontífice, San Germán de Auxerre consagró obispo a Patricio.Puesto
que dependemos de datos confusos, legendarios y muchas veces
contradictorios, de sus primeros biógrafos, es materialmente imposible
obtener detalles del heroico trabajo en las tierras donde había estado
cautivo. La tradición afirma que trabajó en el norte, en la región de
Slemish, que dicen fue la misma donde Patricio cuidaba el ganado y oraba
a Dios cuando era un joven esclavo. Una anécdota que antiguamente la
tenía por auténtica en Irlanda relata que cuando el amo se enteró del
regreso de Patricio convertido en venerado predicador, se puso tan
furioso que prendió fuego a su propia casa, pereciendo en medio de las
llamas.Se afirma que, a su arribo a tierras
irlandesas, San Patricio permaneció una temporada en Ulster, donde fundó
el monasterio de Saúl y que con la energía que lo caracterizaba se
propuso la tarea de conquistar el favor del «Gran Rey» Laoghaire, que
vivía con su corte en Tara, de la región de Meath.Utilizaba
un lenguaje sencillo al evangelizar. Por ejemplo, para explicarles
acerca de la Santísima Trinidad, les presentaba la hoja del trébol,
diciéndoles que así como esas tres hojitas forman una sola verdadera
hoja, así las tres personas divinas, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
forman un solo Dios verdadero. Todos lo escuchaban con gusto, porque el
pueblo lo que deseaba era entender.
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