martes, abril 30

EVANGELIO DEL DÍA

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EVANGELIO DEL DÍA 💫

Lucas (16,19-31):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:
“Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.
Pero Abrahán le dijo:
“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.
Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar
desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”.
Él dijo:
“Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”.
Abrahán le dice:
“Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”.
Pero él le dijo:
“No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”.
Abrahán le dijo:
“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».

Palabra del Señor

💫MEDITACIÓN DEL EVANGELIO 💫

Lucas 16, 19-31:

💫La riqueza verdadera.

1) El rico:

No nos da su nombre en el evangelio. Es curioso que dé el nombre del pobre, pero no del rico. Capaz que lo que da a interpretar es que cuando vos te centras en lo material de tu vida te pierdes vos. Tu identidad también se pierde y por ende se pierde tu esencia. Pero, además, su vida pasaba por un supuesto disfrute distinto, de llenarse de vacío, de cosas que no llenan el corazón, pero sí el hablar de los demás. Capaz que hay actitudes de este hombre que vos y yo las tenemos. El creerte seguro de vos y que ya lo tenés todo y no necesitas de nada ni de nadie, ni siquiera de Dios.

2) Lázaro:

Llevaba una vida del día a día. Se abandonaba en Dios. Tiene dos características: por un lado, las llagas, ese sentido de heridas. porque en esta vida todos tenemos algunas llagas. Sí, dolores que nos marcaron y nos sangraron. Esas estafas que sufriste o esa persona que te lastimó con sus actos o actitudes. Pero también él «ansiaba saciarse de lo que caía de la mesa». En este sentido es la espera, el abandonarse, incluso a la providencia. Estos dos elementos que también podés llevar a tu vida. Porque hay veces que necesitas que alguien te escuche, que alguien te haga sentir parte de su vida y capaz que no lo encontrás.

3) Murió:

La situación de ambos es que se unen, ante tanta diferencia, en la muerte. Porque es el punto común. Sí, porque más allá de que te creas el dueño del mundo, vos también te vas a morir. En esta vida estás llamado a cultivar tu eternidad y tu búsqueda de encuentro con Dios. Porque la vida se pasa. Y si uno se detiene en la vida solo para lo temporal y no lo eterno, la vida misma se termina haciendo o te termina haciendo miserable. Por eso, busca el cielo, asumí tus llagas y tus necesidades, pero asumí también que desde ahora tenés que cultivar tu corazón hacia Dios. Hasta el cielo no paramos.