Qué es el jet lag alimentario durante la cuarentena

0
397
Cómo afecta a nuestro organismo no tener una rutina y horarios para comer

El desfase horario en las comidas que a veces podemos tener en algún día libre, con la cuarentena podría prolongarse durante días.

Esto podría denominarse como “jet lag alimentario”, y se relaciona directamente con la obesidad. Todos tenemos un reloj biológico, localizado en el cerebro, que ayuda a funcionar dependiendo de si es de día o de noche.

Mientras es de día y hay luz, estamos activos, comemos y, por tanto, digerimos alimentos y absorbemos nutrientes. Sin embargo, cuando cae la noche nuestro reloj nos prepara para dormir, repararnos y ayunar.

Para que este ritmo se mantenga constante, el organismo debe permanecer atento al reloj interno y así anticipar continuamente los cambios que se van sucediendo cada 24 horas.

Eso explica por qué cada día nos da hambre a la misma hora o por qué si nos quedamos despiertos más tiempo de lo habitual nos cuesta horrores mantener los ojos abiertos. La sensación intensa de hambre o sueño es nuestro reloj actuando “justo a tiempo” y preparando al organismo para lo que viene.

Esta sincronía se mantiene durante todo el día, cada día de la semana. Es un 24/7. A nuestro reloj biológico le encanta la rutina. Cuando cambiamos los horarios de dormir y comer los fines de semana, lo confundimos. Como no está programado para distinguir entre un sábado o un lunes, el metabolismo se “altera”.

En un día así a nuestro cuerpo le costará más de lo normal gestionar correctamente los nutrientes que ingerimos, en particular la glucosa, entre otras razones porque se reduce la respuesta a la insulina, que es la que organiza qué hacer con los azúcares.

Para evitarlo, se recomienda establecer una rutina saludable, que sea fácil de seguir y que se pueda mantener. Lo primero es plantearse las siguientes preguntas: “a qué hora me siento cansado y necesito ir a dormir” y “cuántas horas necesito dormir para sentirme bien”.

A partir de aquí, será sencillo planear el día:

– Escoger un horario para irse a dormir y despertar. En adultos, lo recomendable es dormir entre siete u ocho horas al día. En adolescentes de ocho a diez horas, y en niños de nueve a once horas.

– Si es posible, al despertar, abrir la ventana y dejar que nos de la luz un ratito. Pondrá en hora nuestro reloj interno.

– Elegir un horario más o menos fijo para desayunar, comer y cenar. Hacer las tres comidas al día es importante, porque también le indican al cuerpo que es de día y debemos estar activos.

– Planificar menús para toda la semana ayudará a organizar la rutina, a reducir la ansiedad y a mejorar el equilibrio nutricional. También permitirá tener una buena lista de la compra, comprar solo lo necesario y salir lo indispensable.

– Elegir una hora para practicar ejercicio físico, preferentemente por la mañana.

– Establecer también un horario para trabajar o para realizar las tareas escolares.

– Dedicar un tiempo para nosotros mismos y para compartir conversaciones con familia y amigos.

– Aunque es fácil estar demasiado tiempo delante de las pantallas, desconectémoslas, sobre todo antes de ir a dormir. Leamos, dibujemos, u otras actividades.

– Repetir horarios de lunes a domingo y establecer una rutina saludable.

Fuente: BBC